viernes, 18 de mayo de 2012

Estatismo o crecimiento 
Por  Rodolfo C. Rossi
INFORMADOR PUBLICO
EL ORIGEN DE LAS CRISIS
En la hora actual se están multiplicando los títulos “progresistas” que señalan AUSTERIDAD o CRECIMIENTO, pareciendo señalar un cierto antagonismo entre el control y supervisión del gasto o el fundamento de la economía que es la expansión y la generación de riqueza. Es de destacar que, es poco posible generar riqueza sin un esfuerzo previo que es la acumulación de ahorro, para posteriormente destinarlo a la inversión y con ello, mejorar la productividad del trabajo y la competitividad que debiera ser el icono de los hombres.
Sin embargo, es de considerar que el paradigma actual señalado, pierde relevancia frente a otro siempre vigente y, al que muchas veces acudimos como “salvavidas”, por el errado hábito que tenemos de gastar o inmovilizarnos, en oportunidades, por encima de nuestros ingresos. Hace su aparición, entonces el endeudamiento. Y nos endeudamos muchas veces, por sobre nuestras posibilidades. Con ello, vienen las crisis, de las personas, de las corporaciones, de los países. Inicialmente las crisis son de carácter financiero y después, tienen carácter económico, con implicancias políticas y sociales. Y con las crisis, viene el “Estado salvador”, que generalmente nos somete, hasta que las regulaciones, el intervencionismo, las rigideces de los controles, las administraciones gubernamentales son tan amplias que, como un “antivirus” reacciona la Sociedad, en la necesidad de generar nuevamente riqueza. La voluntad y energía privada emerge. La “noche” queda atrás y reaparece el amanecer.
Consecuente con este concepto bíblico de los ciclos económicos, es de considerar básico “el ganarás el pan con el sudor de tu frente” y aunado a ello, la fundamental importancia del ahorro, consumiendo sí, pero en niveles que permita una previsión para el futuro, siempre incierto y contingente.
LA “PESADA MANO” DEL ESTADO “SALVADOR”. LO QUE PASA EN LA ARGENTINA
Sin embargo, resurgen -siempre resurgen- algunas ideas que desplazan, quizá el erróneo concepto Austeridad o Crecimiento y se reubican en el franco dilema Estatismo o Crecimiento.
Ante todo debemos expresar el axioma “El Estado no crea riqueza”. Es el sector productivo -no burocrático- el gran generador de riqueza que, constantemente le adiciona riqueza, con el comercio interno y externo que proporciona nuevos conocimientos y brinda la fundamental competencia de costos, que en definitiva hace a la Economía, dentro de un régimen de libertad y respeto.

El “estatismo” con su discrecionalidad, nos embrutece. Probablemente, la Argentina sea quizá, en ello actualmente, un ejemplo. Determinar por el Estado la definición de los mercados de precios, el nivel de los salarios, la relación cambiaria vinculante con el exterior, cercenar la libertad de elegir el encaje financiero “deseado”, alejarnos del mundo en pos de un proteccionismo mal entendido, emitir moneda sin respaldo, deteriorar el valor de nuestra moneda con la admisión de la disminución de las Reservas Internacionales que hacen a su respaldo, asfixiar al sector privado con impuestos para financiar un gasto público que no se detiene en su crecimiento -ya sea por el permanente incremento del empleo o porque los subsidios que se otorgan a ciertos sectores, son impúdicos por su irracionabilidad-, descuidar la innata fiscalización de la producción de energía en los últimos años -que, en definitiva, es “industria de industria”-, no disponer la ciudadanía de órganos de control, adecuados en su transparencia, para impedir que el Estado ejerza un poder omnipotente, como el que sustenta. Al respecto, la Fiscalía de Investigaciones Administrativas está acéfala desde hace años; la Oficina Anticorrupción está en la órbita del Poder Ejecutivo; la Auditoría General de la Nación ha presentado cerca de 500 informes sobre irregularidades administrativas, nunca tratadas por el Congreso de la Nación; la Sindicatura General de la Nación, que debiera ejercer el control interno del sector público, está inactiva en el envío de informes a la Auditoría General y a la opinión pública; la Defensoría del Pueblo está vacante en la designación de su Director; la Procuración General; bueno, ya sabemos lo que recientemente, ocurrió. Esta cruda realidad está plenamente convalidada por las manifestaciones públicas realizadas en el Congreso de la Nación, por un alto funcionario, que dijo: “Expresiones como seguridad jurídica son simplemente palabras horribles, presuntamente pergeñadas por la comunidad de negocios que no debieran inquietar demasiado a los hombres de gobierno”.
En virtud de todo ello, no se le tiene confianza al país, interna, ni externamente. Resulta irrisorio que, la República Argentina que viene cumpliendo con todos los compromisos contraídos, tenga un “riesgo país” superior a los 1.100 puntos, que es 5 veces mayor que el de Brasil; Colombia; México; Perú; Uruguay y que, incluso supera al “decano y amigo” Venezuela.
LA OMNIPOTENCIA DEL ESTADO Y LA DESCONFIANZA
¡No nos tienen confianza! Pagamos “todo” y no tenemos crédito. Al contrario. Pareciera que el mundo rehuyera de la Argentina. Es muy sencillo. Nuestro país pródigo de riquezas naturales y de caracteres humanos distinguidos en su capacidad, está aplicando “recetas estatistas”, que evidentemente, por incruentas y desactualizadas, no dan resultado. Sin ir más lejos. La no admisión de compra de dólares libremente, lejos de “frenar” su acumulación por el sector privado, determina la excitación por su demanda, ya que es sabido que el “bien escaso es lo que más se demanda”. Y crece la brecha cambiaria y crece la distorsión de precios relativos y decrece la confianza en el país, pronunciada por la expropiación (llamémoslo así) de la tenencia mayoritaria de acciones de una empresa de energía, que rigurosamente, el Estado debió haber supervisado mejor, cumpliendo con sus específicas funciones.
El Estado argentino está en todo. Pero no está en lo que tendría que estar, que es fundamentalmente, el pleno ejercicio y cumplimiento de la Constitución nacional, que brinda garantía y seguridad a los ciudadanos y cobija a todos los capitales y personas que inviertan y trabajan en el territorio argentino.
El verdadero tema en nuestro país y en el mundo no es Austeridad o Crecimiento, sino Estatismo o Crecimiento. El Estado en la crisis del dispendio, generalmente “te da una mano”, pero después se la cobra con inflación y en definitiva sometimiento a sus discrecionalidades.
Con el “estatismo”, lo único que crece es el Estado. Ya lo estamos viendo.
FUENTE:Publicado en www.informadorpublico.com
                                                                                                                                                 

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