jueves, 26 de julio de 2012

EL BILLETE DE EVITA

Allá por el año 1976[i], el premio nobel de economía F.A. Hayek, preocupado por la coyuntura de la época, dio una conferencia donde esbozó una propuesta revolucionaria para terminar con la inflación.
Consciente de que ésta era un problema inherente a lo que él mismo bautizó “nacionalismo monetario”[ii], propuso lisa y llanamente la abolición del monopolio público de la emisión de moneda.
Hayek no proponía terminar con los bancos centrales sino más bien terminar con el curso forzoso y abrir la emisión de dinero a la competencia. Es decir que en el sistema de Hayek (a diferencia de lo que sucede hoy en el país donde si uno quiere comprar dólares es prácticamente sospechoso de terrorismo) uno podría realizar transacciones en lo que sea que acepte como medio de intercambio, léase dólares, euros, monedas de oro o cualquier medio fiduciario que quiera emitir un banco. Para el autor, este sistema crearía los incentivos necesarios para que los agentes emisores terminen por preservar el valor de la moneda.
Sea cual sea la posición de nuestra presidente frente a este asunto, es evidente que su anuncio de ayer ha aportado un argumento adicional para defender la competencia de monedas de Hayek.
Cristina Fernández presentó un nuevo billete de $100 con la cara de la ex primera dama, Eva Perón, y comentó que, sin quitarle méritos a nadie, pedirá “que se arbitren todas las medidas para que este sea el nuevo billete de cien pesos”[iii].
Ahora bien, a diferencia de lo que se cree, el personaje de Evita no es tan unánimemente valorado. En un pequeño libro llamado “Historia Confidencial”[iv], Felipe Pigna, Pacho O’Donnel y José Ignacio García Hamilton debaten largo y tendido sobre el asunto. Los primeros dos destacan el trabajo social y la distribución de riqueza lograda por la Fundación Eva Perón.
Sin embargo, Hamilton opina que debido a que el origen de los fondos de esa “distribución” era el Estado, Evita contribuyó más a generar una sociedad clientelar y dependiente de la dádiva que a otra cosa:
“Creo que el Estado tiene que devolver lo que cobra por impuestos dando servicios, educación, salud para todos. Pero no puede entregar esos fondos a la cónyuge del presidente para que los regale a sus elegidos, en un sistema que humilla al que recibe y corrompe al que da.”
El debate que el libro plantea es el sano debate que existe acerca de un personaje público de la magnitud de Eva Perón y, además, refleja que NO todos estamos de acuerdo en que Eva Perón sea tan maravillosa como piensa CFK. A pesar de ello, si los planes de la presidente prosperan, todos tendremos que homenajear a Evita guardándola en nuestras billeteras (¡incluso aquellos que pensamos que el paradigma cultural que ella representa es el culpable de que ese billete de $100 compre cada vez menos!).
En oposición a esto tenemos el sistema de competencia de monedas de Hayek. En él no solo no tendríamos más inflación sino que, además, cada uno podría homenajear al prócer que más le plazca en paz y armonía con el resto de la sociedad, sin ninguna imposición coactiva, siempre que haya diversos entes dispuestos a emitir medios de intercambio.
En conclusión, es probable que este nuevo proyecto oficial genere encendidos debates. Muchos realzarán las virtudes de Evita mientras que otros sacarán a relucir los mejores argumentos acerca de por qué otro personaje – más célebre aún – debe ocupar el lugar que abandonará Roca.
No obstante, no debemos confundirnos. El debate no es Evita o Roca. El verdadero y más profundo de los debates es, en realidad, monopolio de emisión o libertad.

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