sábado, 21 de julio de 2012

La extraña apuesta de Cristina por la distensión
Fernando Laborda - On24

El conflicto entre la Presidenta y el gobernador bonaerense mostró finalmente señales de distensión. Pero sería muy arriesgado pensar que la distensión llegó para quedarse.
Ni la ayuda del gobierno nacional al bonaerense anunciada ayer, ni la pacífica convivencia que exhibieron Cristina Fernández de Kirchner y Daniel Scioli en las últimas horas, ni el retroceso del vicegobernador Gabriel Mariotto al explicar que no quiso comparar al gobernador con Fernando de la Rúa despejan dudas de fondo sobre el enfrentamiento. Apenas permiten entrever que la Casa Rosada regulará de ahora en adelante los golpes para no gastar más energía de lo necesario ante un rival experto en esquivar los ataques.
Uno de los factores que persuadieron al gobierno nacional de acudir en auxilio de la provincia, tras su cerrada negativa inicial, fue la opinión pública. Es que, como lo vienen demostrando distintos sondeos, la imagen del gobernador puede caer en la ciudadanía al compás de los embates que le lanza la Casa Rosada, pero la imagen de la Presidenta cae al mismo tiempo en mayor proporción. Tanto encuestas de Management & Fit como de Jorge Giacobbe y Asociados mostraban al gobierno nacional como principal responsable del ahogo financiero provincial, que impidió pagar en tiempo el aguinaldo en el sector público bonaerense. De ahí la desesperación oficial por instalar en las últimas semanas la idea de que Scioli "no sabe administrar".
Habrían existido otros motivos de Cristina Kirchner para volver sobre sus pasos y ayudar financieramente a Buenos Aires. Uno sería el temor a que el gremio estatal nacionalizara la protesta de los trabajadores bonaerenses. Otro, la necesidad del gobierno nacional de aparecer como el salvador de la provincia antes de que Scioli consiguiera de cualquier forma los recursos para regularizar el pago de los aguinaldos.
Scioli ha pasado a ser considerado un problema en sí mismo por el kirchnerismo desde que admitió sus aspiraciones presidenciales. Ni siquiera calmó al oficialismo su aclaración de que no sería candidato en 2015 si Cristina Kirchner superara los escollos constitucionales para ser reelegida. Por el contrario, esa afirmación confirmó que el mandatario bonaerense daría pelea contra cualquier delfín que pudiera elegir la jefa del Estado. Y no faltan quienes creen que los cristinistas más ortodoxos se decidieron a anticipar la pelea contra Scioli porque, en el fondo, no están seguros de que Cristina esté dispuesta a dar una batalla por su reelección, reforma constitucional mediante.
Dentro del oficialismo hay tres corrientes de opinión frente al problema que les plantea Scioli: La primera es la de quienes quisieran destituir al gobernador bonaerense para sacarlo definitivamente de cualquier carrera presidencial.
La segunda es la de quienes consideran que para eliminar a Scioli de la lista de precandidatos presidenciales no es necesario forzar su destitución, sino seguir esmerilando su figura ante la opinión pública.
La tercera, en la que están algunos ministros del gobierno nacional, plantea la posibilidad de tender puentes hacia Scioli, buscando integrarlo a un acuerdo para la sucesión presidencial. Esta última línea podría contemplar incluso la hipótesis de que si, llegado el momento de definir los candidatos presidenciales, el gobernador bonaerense se encuentra a la cabeza de las preferencias dentro del justicialismo, debería pensarse en una fórmula encabezada por él con alguien del kirchnerismo, como por ejemplo Alicia Kirchner, en segundo lugar.
Con la lógica timidez imperante en una organización donde se discute poco y todo se decide en torno de una mesa ratona, esta última corriente propicia buscar un consenso sobre el disenso y choca con la rigidez de algunos dirigentes de La Cámpora, para quienes Scioli definitivamente no comparte la cultura kirchnerista.
Claro que las tácticas más duras han mostrado sus límites. Especialmente, ante un adversario que puede resistir impasible las más furibundas críticas con su tradicional estilo conciliador. La estrategia del cristinismo contra el gobernador requerirá en adelante golpes quirúrgicos, que no terminen siendo un búmeran o dando lugar a juicios del propio Diego Maradona, de innegable repercusión popular, como "que se maten, pero que no lo pague la gente".
FUENTE:Publicado en www.on24

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ARCHIVOS DE TEMAS DEL BLOG

Buscar articulos