jueves, 19 de julio de 2012

Sobran recursos petroleros pero faltan inversores de calibre internacional
Cronista.com

Por Pablo Fernández Blanco
El sector energético le generó al kirchnerismo un dolor de cabeza persistente casi desde el principio de su gestión. Pero en el epílogo de la década K la parábola que se delineó entre 2003 y 2008, aproximadamente, comenzó a cambiar de posición. En los albores de la administración de Néstor Kirchner las principales piezas del rompecabezas incluían una oferta en baja o amesetada en materia de gas, crudo y electricidad en contraste con una demanda pujante debido a la dinámica de la economía que atrajo inversores, en su mayoría domésticos y de diverso calibre, y los subsidios, que abarataban para el usuario final el precio de su consumo.
En cambio, casi nadie en el mercado duda que ahora, en el primer semestre de 2012, el país cuenta con vastos recursos naturales para invertir la situación deficitaria de la balanza energética. Pero conseguir dólares para inversión genuina es una tarea titánica en medio del fangoso terreno cambiario, político y financiero delineado por las últimas medidas de la presidenta Cristina Fernández.
En ese contexto, el hito del sector fue la nacionalización de YPF, que generó un cambio en el estado de situación para todos los eslabones de la cadena. Un signo de los nuevos tiempos: casi sin buscarlo, el presidente de la compañía, Miguel Galuccio, tiene en las estadísticas de la Secretaría de Energía –un organismo cuyos números gozan de mayor prestigio que los de Indec–, la primera defensa de su nóvel gestión: en tan sólo cinco meses, llevó la extracción de crudo hasta 4,82 millones de metros cúbicos (m3), un 7% más que en el mismo período de 2011. Y colaboró con un aumento de casi 2,5% en la oferta de todo el sector.
El porcentaje es, sin embargo, una verdad a medias: surge en comparación con la primera parte del año pasado, cuando un feroz paro en Santa Cruz hizo caer la producción nacional. Pero puso en negro sobre blanco el cambio de tendencia en la oferta interna de hidrocarburos así como la importancia de los sindicatos en la estabilidad del sector. Si ese era un dato a tener en cuenta antes, más aún desde hace siete días, cuando el gremialista Guillermo Pereyra, el hombre más fuerte del sindicalismo petrolero, fue ungido como número dos de la CGT moyanista, opositora al Gobierno.
Si bien la gestión estatal le puso un tick al aumento en la oferta, aún tiene una cruz en al rubro “atracción de capitales”. El tema implica miles de millones de dólares, pero se puede explicar en términos sencillos. En la formación geológica denominada Vaca Muerta, principalmente en la superficie de Neuquén, se encuentra la tercera reserva de recursos hidrocarburíferos no convencionales más grande del planeta de acuerdo con cálculos del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Allí habría 23.000 millones de barriles equivalentes de petróleo.
Es una bocanada de aire fresca para los maltrechos números petroleros de los últimos años. Sin embargo, requiere de inversiones por u$s 25.000 millones en los próximos cinco anos, de acuerdo con el plan de trabajo de la gobernación de Jorge Sapag. Sólo un puñado de empresas en todo el planeta puede movilizar esas cifras. Entre ellas, las norteamericanas Exxon y Chevron, la francesa Total, la rusa Gazprom y las chinas Sinopec y CNOCC. De manera directa o indirecta, todas le hicieron llegar al Gobierno cinco exigencias básicas y no negociables:
–Liberar los precios de la nueva producción, tanto de gas como de petróleo, para llevarlos a valores internacionales.
–Capacidad para operar sin inconvenientes ni demoras en el mercado de divisas.
–Disponer libremente de las utilidades.
–Acceso irrestricto a equipamiento y tecnología importada.
–Estabilidad fiscal comprometida por ley.
–Concesiones de al menos 20 años.
En casi todos los casos, son condiciones antagónicas al neokirchnerismo económico que agita las banderas del cierre de importaciones, reinversión plena de utilidades en el país y cepo cambiario.
El ex secretario de Energía y presidente de YPF, Daniel Montamat, lo resume en estos términos: “El desafío es ver algún signo de corrección en la política energética, por ejemplo un cambio en las señales de precios del gas. El otro signo relevante sería que la nueva YPF vaya consolidando una gestión autónoma y consiga socios y financiamiento para llevar adelante sus objetivos productivos. Un tema está relacionado con el otro: tiene que haber signos de cambio en la política energética para que mejoren las expectativas sobre el futuro de YPF”.
FUENTE:Publicado en www.cronista.com

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