lunes, 13 de mayo de 2013

Riqueza: ¿Producirla o robarla?
Ciro Andrade
Hay dos medios, sólo dos, de satisfacer las necesidades y deseos del hombre. Uno es la producción e intercambio de riqueza; éste es el medio económico. El otro es la apropiación no compensada de la riqueza producida por otros; éste es el medio político.
Los reyes de antaño aplicaron el “medio político” a través de la conquista, pillaje y esclavitud. El estado feudal, y posteriormente el estado actual, heredaron y desarrollaron esa naturaleza, sin cambiarla. El Estado, sea primitivo, feudal o actual, es la institucionalización de los medios políticos.
Ya que el hombre siempre tiende a satisfacer sus necesidades y deseos con el mínimo esfuerzo posible, tenderá a emplear el medio político cuando pueda; exclusivamente, si es posible.
Los párrafos anteriores son una paráfrasis de Nuestro enemigo, el Estado, de Albert Nock. Ahora saquemos unas conclusiones.
No hay diferencia esencial entre los reyes de antaño y los políticos actuales.Más allá de la manera de acceder al poder (por sucesión, los anteriores; por elección, los actuales; al fin y al cabo, no son los mejores, sino los más fuertes / despiadados / inescrupulosos los que acceden al poder), tanto los reyes de antaño, como los señores feudales y los políticos actuales, todos se reservaron dos poderes: a) el poder de cobrar tributo, usando la violencia si es necesario; y b) el poder de hacerse obedecer, bajo amenaza de violencia. Poderes que al fin de cuentas son lo mismo.
Si eso es cierto, entonces o los libertadores de América no se dieron cuenta de ello, o lo hicieron conscientemente. Reemplazar la abierta tiranía de los reyes por la velada tiranía de los políticos latinoamericanos no representa una mejoría real en la situación política.
Casi hay una garantía que sólo las peores personas accedan al poder.Una persona normalmente tendrá que convencer a los demás para que le hagan caso; salvo que sea político o funcionario público. En ese caso, podrá hacerse obedecer, es decir, obligar a los demás a obedecerlo bajo amenaza de violencia física. Las leyes (injustas), la fuerza pública, las cárceles, están de su lado.
Sólo alguien con rasgos psicopáticos puede sentirse atraído por la idea de hacerse obedecer no con razón, sino con violencia. Sólo a alguien con claras tendencias antisociales puede ocurrírsele utilizar la violencia para “hacer el bien común”.
Los políticos y burócratas parasitan violentamente a la sociedad,beneficiándose de altos sueldos, guardaespaldas, viáticos, etc. (sin mencionar la oportunidad de aprovechar su poder para cobrar sobornos y hacer “jugosos negocios”), utilizando para ello los impuestos que ellos mismos cobran bajo amenazas. Los beneficios que recibe la sociedad a cambio de su “desinteresada gestión” son, generalmente, muy dudosos.
Como los reyes de antaño, que vivían con lujos, iniciaban guerras, imponían leyes dañinas, etc., los políticos de hoy llevan un tren de vida muy superior al promedio de las sociedades que dicen servir, y generalmente las leyes que dictan traen resultados opuestos a los que decían que esperaban. Esto, cuando no envían a los hijos del pueblo a morir en guerras sin sentido que ellos mismos inician, manteniéndose ellos y sus hijos a salvo lejos del frente de batalla.
Convenzámonos de una vez que los políticos no crean riqueza. Lo más que puede esperarse de ellos es que no obstaculicen su creación. Pero esto es tema de otro artículo.
Por todo lo dicho, tiemble, estimado lector, cuando sepa que a alguien “le atrae” o “le gusta” la política, entendiéndose por ello que aspira a ejercer un cargo de elección popular o acceder a las mieles de la burocracia. Esa persona no dudará de utilizar la violencia contra usted, si usted no le obedece.
El candidato que, con una amplia sonrisa visita su barrio, estrecha su mano y besa a su hijo, no es su amigo; no es más amigo suyo que el extorsionador que lo obliga a pagar una suma mensual por “seguridad”, o el usurero que atenta contra su vida cuando usted no puede pagar un préstamo. La violencia es el arma de todos ellos para lograr que Ud. los obedezca.
¿Qué hacer, entonces? Conocer los principios del liberalismo es el primer paso para construir una sociedad más libre y, en consecuencia, más justa.
FUENTE: Publicado en    Instituto Ludwig von Mises Ecuador http://misesecuador.drupalgardens.com

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