viernes, 10 de mayo de 2013

Tomar conciencia

María Celsa Rodríguez
Por María Celsa Rodríguez
Los argentinos han tomado conciencia que todo esto que ha salido a la luz con el lavado de dinero, y de las  cuentas extranjeras,  que son los fondos  que se necesitaron y se necesitan para la construcción de rutas, de viviendas, de desagües, de acueductos, de tendido eléctrico, de hospitales, de seguridad, etc.
La corrupción está a flor de piel y ya no  saben como tapar lo que salta a la vista. El enriquecimiento desmedido de ciertos grupos aliados al poder y protegido por este, carecen de vergüenza alguna, frente a la pobreza y al dolor de un pueblo necesitado de tantas cosas que el Gobierno les niegan por "falta de recursos" Como decía Bolívar “Más que por la fuerza, nos dominan por el engaño". Y hace tiempo que nos están engañando

Por ello se debe enfrentar la corrupción  de manera transversal como  estructuralmente. La transversalidad determinará  el "principio de que nadie puede estar por encima de la ley, aunque sea aliado del gobierno". Así todos  deberían ser juzgados del mismo modo, sean estos: políticos,  sindicalistas,  gobernantes o "amigos del poder". Porque este es el principio básico  del Estado de derecho.

Y porque la corrupción se instala en todas las estructuras del Estado, por eso se debe bregar por la transformación profunda del poder político para que de ese modo se logre la transformación de un  país con más seguridad jurídica y valores éticos.
 La lucha debe ser coordinada por los tres Poderes del estado: el legislativo, el ejecutivo y el judicial, pero también se requiere el trabajo de la misma sociedad civil que quiera desatar los nudos de esta trama que ensucia nuestro presente, despertando la conciencia ciudadana para alimentarse con una cultura cívica capaz de controlar los excesos que desde el poder y en busca de intereses mezquinos se aprovechan de nosotros.
Solo  una justicia independiente del poder político  podrá hacer efectivo ese control, investigación y juzga-miento de los hechos de corrupción. Pero si maniatamos a la justicia bajo el yugo del gobierno, la impunidad tomará bandera de triunfo y nadie será culpable de nada.

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