lunes, 21 de octubre de 2013

NO SE AGUARDAN SORPRESAS, PERO ELLO NO RESTA INTERÉS


Varios fueron los presidentes que debieron asumir el justo juego de frenos y contrapesos e, innumerables los ejemplos de las democracias modelos del mundo que funcionan con poderes ejecutivos en minoría.
Por: Aldo Norberto Bonaveri
A tan sólo 7 días de las elecciones nacionales legislativas el panorama que se advierte no parece deparar mayores dudas. Las encuestas son bastante coincidentes entre sí, los analistas no expresan ópticas muy distintas e inclusive los protagonistas, tampoco vislumbran cambios significativos respecto a lo ocurrido en las PASO de agosto.
La aparente previsibilidad no resta interés sobre los guarismos finales, habida cuenta de la trascendencia que estos comicios tienen para el país y, las sustantivas modificaciones que seguramente comenzarán a introducirse en el mapa político a partir del lunes 28, con vistas a la conformación del escenario 2015. En lo meramente coyuntural la atención estará centrada en cuál será la composición del Congreso de la Nación en ambas cámaras y, por ende las alianzas y reacomodamientos que allí se puedan construir.
Para el actual proceso electoral se armaron frentes y coaliciones en determinados distritos, pero las mismas fuerzas concurrieron solas o en componendas con otros partidos en diferentes provincias. La sumatoria de miopía para auscultar el reclamo de la sociedad y abundancia de egos personales, conspiraron para que gran parte los referentes no comprendieran el avance político cualitativo de las primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, que justo es reconocer, constituye un acierto del Gobierno. No es casual que quienes así lo interpretaron y pusieron en práctica, lograron reconciliarse con un electorado que en la elección anterior había castigado con fuerza.
Esos mismos espacios donde no supieron sintetizarse recibieron en agosto un mensaje implícito, viendo menguado su potencial al punto de no ser considerados como alternativa. Por estos días la sociedad prioriza más la capacidad de construir consensos, que matices ideológicos peculiares que frecuentemente se consideran sofisticados.
Tras la derrota en las PASO el Gobierno en general y la presidenta en particular se esforzaron en mostrar reacción, la gran preocupación consistió en no otorgar la iniciativa política a la oposición, tratando de aprovechar que ésta dista de componer una fuerza contendiente unificada. No obstante, para evitar mayor protagonismo del Frente Renovador, Cristina Fernández se adelantó a una propuesta incipiente de Sergio Massa, enviando al Congreso un proyecto con el aumento del mínimo no imponible al Impuesto a las Ganancias, así mismo también se apresuró a no dejar crecer el reclamo justificado de modificar las escalas del monotributo.
Ambas reformas soslayadas por el oficialismo hasta entonces, fueron oportunas para reparar injusticias y quitarle presión al descontento, en consecuencia menguaron el costo político; pero a la vez como no estaban contempladas, resultaron para las arcas nacionales la profundización del desequilibrio cada vez mayor y menos disimulable de la economía.
El funcionamiento de las cuentas públicas evidencia síntomas realmente preocupantes, lo que estaba mal sigue peor (déficit energético, caída de reservas, inflación, subsidios descontrolados, etc.) no se han solucionado los problemas ni se observan muestras de que comience a revertirse la tendencia (menor producción de hidrocarburos, pérdida de competitividad, detrimento de la rentabilidad de sectores productivos, inviabilidad de exportaciones, etc.)
El blanqueo de dólares significó un fracaso rotundo, el quinteto que lo pergeño (Lorenzino, Kicilof, Moreno, Marco del Pont y Echegaray) esperaba ingresar u$s 4.000 millones a cambio de los promocionados CEDIM, pero al vencimiento del plazo original sólo se recaudaron u$s 379 millones, (apenas el 9,47%). La frustración fue grande sobre todo por las benévolas condiciones ofrecidas y, una evidencia de la desconfianza imperante, no obstante las discrepancias internas, ampliando prerrogativas con la venia de CFK extendieron la vigencia por 90 días más.
Otra iniciativa oficial fue retomar el manejo de líneas ferroviarias; ante la deficiente administración de los concesionarios era esperable que la gestión estatal marcara alguna diferencia, la cosmética practicada al material rodante no presume haber variado el cuadro de situación, en la víspera un nuevo accidente en la estación Once dejo el saldo de 95 heridos. El infortunio es demasiado fresco como para determinar responsabilidades, pero los voceros gubernamentales se apresuraron a eximirse de culpas, cargándola a otros.
El revés de agosto hizo reconocer implícitamente los recurrentes problemas de inseguridad; el giro copernicano en la materia lo constituyó el nombramiento de Alejandro Granados como ministro de seguridad de la Provincia de Buenos Aires, complementándose con el envío de 4.000 gendarmes al conurbano (especialmente para los municipios disciplinados al poder), a costas de desguarnecer las frontera norte del país.
En la materia es estremecedor el atentado perpetrado por encapuchados y las amenazas telefónicas dirigidas al Gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, en lo que constituye el más grave ataque desde el retorno a la democracia.
Las relaciones internacionales son un punto flojísimo de la administración de Cristina Fernández, pocas veces en los anales la cancillería ha estado manejada con tan ineptitud; la lista de errores es larga pero con repasar algunos de los incurridos en presente año no es menester extenderse. Nada más elocuente que el bochornoso Memorándum de Entendimiento acordado con Irán, aun no ratificado por el país islámico; a las tensiones innecesarias ocurridas con Chile y Brasil no atribuibles precisamente a nuestros vecinos, se le agrega la reapertura del conflicto con Uruguay. Independientemente de si la ex Botnia contamina o no, no es nuestro país quien tenga autoridad moral para efectuar tan severo cuestionamiento, pues las papeleras emplazadas sobre el río Paraná dejan mucho que desear al respecto.
Más allá si la intervención quirúrgica de la presidenta y, el desafortunado accidente del gobernador de San Juan José Luis Gioja, puedan tener algún tipo de incidencia en las elecciones del próximo domingo, seguramente de ocurrir la suma o resta, el hipotético movimiento no será relevante ¿Cuántas personas podrían cambiar el voto, por cuestiones que no deberían tener vinculación con la política? Se trata de sucesos imprevistos y lamentables, que todos deberíamos desear se resuelvan de la mejor manera, pero nada tienen que ver con la elección de legisladores.
Distinto es el incidente protagonizado por Juan Cabandié, cuyo video deja al descubierto la pretendida impunidad del integrante de La Campora; la lógica induce a pensar que la lista que él encabeza contabilice un “correctivo” sobre el potencial acotado que se vislumbraba.
Como es natural, cada uno de los 24 distritos tendrá como en cualquier otra elección componentes típicos. Por regla general, quienes tuvieron mejor performance en las PASO seguramente variaron poco su estrategia, a la inversa, los derrotados introdujeron nuevas tácticas y componentes en sus campañas; en tal sentido se advirtieron cambios tanto de acciones como nombres en la determinante provincia de Buenos Aires, especialmente en el Frente para la Victoria, donde se “escondieron” a ciertos “piantavotos” e, inclusive los K de pura cepa se “tragaron el sapo” de cederle el protagonismo al hasta agosto ninguneado Daniel Scioli. Según las encuestas las variantes habrían sido acertadas, pues Martín Insaurralde habría crecido en su intención de votos, ello serviría para que la derrota resulte menos traumática, habida cuenta que Sergio Massa (Frente Renovador) superaría en un 8% la cosecha que le otorgó el triunfo en agosto.
Los pronósticos de las consultoras no prevén cambios relevantes en los otros distritos más importantes, Hermes Binner en Santa Fe, Juan Schiaretti en Córdoba, Julio Cobos en Mendoza, todos ellos para diputados, y Gabriela Michetti en la CABA en senadores, no tendrían dificultad en ratificar sus victorias.
En Capital la gran incógnita es quien escolta al PRO en la cámara alta, el premio no es menor, ya que está en juego la tercera banca, que en este momento disputan voto a voto Daniel Filmus y Fernando “Pino” Solanas. La ciudad de Buenos Aires también proyecta un corte de boletas significativo, el que daría el triunfo en diputados a UNEN con Elisa Carrio a la cabeza, relegando al rabino Bergman al segundo lugar.
En las provincias gobernadas por el Frente para la Victoria, o sus aliados donde el oficialismo mermó su caudal, la consigna común fue desnacionalizar la campaña, habida cuenta la pérdida de imagen positiva experimentada por la presidenta.
Los conteos previos en cuanto a la distribución de bancas toleran distintos dibujos, estando las especulaciones a la orden del día. Para el oficialismo es su desvelo mantener la mayoría propia en el senado y la trabajosamente hegemonizada en diputados. No es una novedad que ello es lo que ansía cualquier Gobierno, pero que para la concepción de un régimen autoritario y verticalista se considera “imprescindible”. Varios fueron los presidentes que debieron asumir el justo juego de frenos y contrapesos e, innumerables los ejemplos de las democracias modelos del mundo que funcionan con poderes ejecutivos en minoría.
Los acólitos K ponen énfasis en supuestos problemas de gobernabilidad durante el ciclo 2009-2011, cuando el Frente para la Victoria no ostentó la mayoría en la cámara baja. Dichos argumentos son propios del “relato”, es que la razón de ser del parlamento es debatir, consensuar, lograr síntesis mejoradoras; conceptos que no figuran en el vademécum K. Es verdad que en el período de marras la producción legislativa fue deficitaria, tanto como arbitraria e improcedente “la escribanía” impuesta a rajatablas. Pero ¡atención! las responsabilidades fueron compartidas. Al oficialismo le incomodó la división de poderes, la oposición naufragó en mezquinas egolatrías. Probablemente esta joven democracia por entonces no estaba preparada para semejante nivel de enfrentamiento; el desenlace no resultó nada venturoso, no obstante las conclusiones necesariamente tienen que significar un aprendizaje.
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ENVIADO POR SU AUTOR

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