sábado, 22 de febrero de 2014

Inflación para todos

Ahora el problema ha pasado a ser propio y convivir con él no será nada fácil
El Gobierno Nacional admitió finalmente que la inflación existe en Argentina y comenzó a dar algunas señales de querer corregir uno de los problemas más graves que sufre la economía nacional. Este reconocimiento representa un hito en la administración kirchnerista que jamas se animó ni siquiera a pronunciar esa palabra y trató de ocultar con cifras inverosímiles la realidad del comportamiento de los precios.
De todas maneras, el ministro de Economía Axel Kicillof, no modificó demasiado su discurso cuando comunicó que la Argentina enfrenta, en verdad, un problema inflacionario. Pero los números fueron suficientes y no hubo más por decir tras el 3,7% que le adjudicó a la inflación de enero con el nuevo índice.
La cifra significa la más elevada desde el 2002. Y aunque se trate de fórmulas distintas, según el Gobierno, representa un salto bastante superior al doble respecto del número difundido en diciembre (1,4%). Además, en perspectiva con el resto de los países de la región, la inflación de enero en Argentina es más alta que la de un semestre en Brasil, y es mayor que la suba de precios anual en Chile y en Perú. Y es incluso más alta que el 3,3% que informó para enero Venezuela, el país con más inflación de América Latina.
El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no estaba en condiciones de sostener el antiguo índice por razones tanto económicas como políticas y, fundamentalmente, ante las presiones del mercado internacional.
Las falsas estadísticas fueron una manera de horadar la confianza internacional en la Argentina. Y el Gobierno debe volver a ese mundo, para tomar créditos, porque se le está acabando la plata. El FMI dijo que analizará el nuevo mecanismo y solicitó otras revisiones, entre ellas las del PBI.
El restablecimiento de alguna normalidad con el Fondo es una de las condiciones para que el Gobierno pueda acceder a los mercados financieros internacionales. Hay otras que, como esa, el kirchnerismo acepta a los tropiezos y a regañadientes. El Club de París aguarda una mueva misión luego del pobre último tránsito de Kicillof para saber cómo renegociar los U$S 6.000 millones que debe nuestro país desde el default.
Por otro andarivel, el Gobierno busca un atajo para saldar el conflicto con los holdouts que no entraron en los canjes de la deuda y litigan en los tribunales de Nueva York. Habría diálogo con un importante representante de un fondo de inversión para que se haga cargo de la compra de esos bonos en canje por una formidable compensación y facilidades para sus negocios en la Argentina.
Más allá de todas estas urgencias, y tras la salida de Guillermo Moreno de la Secretaría de Comercio, no hay que olvidar que la oposición tuvo en estos años su más reconocido acierto a través de las mediciones paralelas que con el respaldo de las consultoras privadas se encargó de difundir.
Es paradójico que la cercanía con el IPC Congreso sea el factor que le da credibilidad. En este sentido, la inflación del IPC Congreso para el mes de enero está todavía casi un punto arriba (4,6%) de lo anunciado por Kicillof. En realidad, la diferencia de menos de un punto se da por el aumento en transporte en la ciudad, que es el doble que en el comunicado oficial. Pero sin dudas que, a partir de ahora, el impacto de sus números va a empezar a ser menor.
Cualquiera sean los motivos que más habrán pesado en esta decisión, lo cierto es que finalmente hay coincidencia a la hora de señalar que algo grave está sucediendo en la economía argentina. Una situación que, difícilmente, sólo los “precios cuidados” puedan corregir.
Por ahora, Cristina quiere que los jueces ayuden a controlar los precios y evitar un desmadre inflacionario, con fallos que protejan los derechos de los consumidores. Para la Presidenta, el alza constante de los precios debería combatirse con voluntad política y con la colaboración de los jueces.
La sensación es que Fernández de Kirchner necesitará de otras medidas económicas para poder resolver un tema que ya no es de la oposición o de los organismos internacionales. Ahora ha pasado a ser propio y convivir con él no será nada fácil para un discurso que, hasta hace poco, sólo lo negaba.
FUENTE: Publicado en La Opinión Line - Enviado por mail ( http://www.diariolaopinion.com.ar/Sitio/VerNoticia.aspx?s=0&i=114156)

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