martes, 8 de abril de 2014

FMI: ¿La vuelta de las relaciones carnales?

ImagePor Ignacio Ros
El pragmatismo K admite un gran acercamiento al organismo, en pos de conseguir colocar deuda en el extranjero a tasas razonables. Dejar o no auditar las cuentas públicas por el Fondo, esa es la cuestión.
En la Argentina pasa todo muy rápido. El relato muta ante las necesidades de un Gobierno pragmático en exceso. Mientras que no mucho tiempo atrás éramos víctimas de la amenaza imperialista y las recetas ortodoxas del Fondo Monetario Internacional, hoy nos acercamos al organismo con coquetería y sensualidad.
No hace mucho tiempo atrás el discurso, la bajada de línea, que pregonaba la Casa Rosada ubicaba al FMI como el máximo culpable de la debacle financiera criolla, junto con personajes como Carlos Menem, Domingo Cavallo,  y otros de calaña privatizadora y en extremo sumisos a las directrices de Estados Unidos y "los poderosos".
El cortocircuito con el FMI se hizo total e irreconciliable luego de que Néstor Kirchner cancelara la deuda con el organismo internacional (una de las medidas más positivas de la administración K), en tiempos de vacas gordas y reservas internacionales sólidas. En ese momento, se terminó de situar al Fondo como el gran culpable, sin pensar -por supuesto- en los años de mala administración que nos llevaron a pedirle dinero a este organismo.
A partir de esa instancia, Argentina pasó a ser un socio muy extraño. Era parte del club, pero no aceptaba sus reglas. Es decir, figuraba como uno de los socios del FMI, pero no aceptaba el artículo IV (fiscalización de cuentas públicas), requisito que todos sus miembros deben admitir.
Además, Néstor primero y Cristina después, aprovechaban cualquier discurso referido a la economía para apuntar sus miras contra ese gran enemigo externo que quería ver al país naufragar.
Pero no hay que ir al 2006 para ver esta actitud. Como le digo, en Argentina todo sucede muy rápido. Luego de que el FMI estableciera una moción de censura contra el país por años de estadísticas manipuladas, fíjese lo que decía Cristina. Acá nomás eh: febrero del año pasado.
-Los logros "parecen ser la verdadera causa del enojo del FMI. Argentina es una mala palabra para el sistema financiero global de rapiña y sus derivados".
"Por eso -prosiguió- nunca mejor expresado el título del comunicado del Ministerio de Economía: 'El FMI una vez más contra la Argentina'".
"FMI+FBI contra Argentina. No se asusten, el FBI son los Fondos Buitres Internacionales. Nosotros seguimos trabajando y gobernando como siempre para los 40 millones de argentinos".
Veamos algunas críticas comunes de otros discursos de la presidente:
-"¿Dónde estaba el FMI que no pudo advertir ninguna crisis? ¿Dónde cuando se formaron no ya burbujas sino globos aerostáticos financieros? ¿Dónde estaba uno de sus ex directores cuando el Bankia, que él dirigía, debió ser auxiliado con miles de millones de euros?".
"El FMI es un árbitro a favor de los países más desarrollados, que fueron los que impulsaron la crisis y que en cierta medida la están trasladando a las economías emergentes".
-"¿Se conoce alguna sanción del FMI, alguna decisión sobre quienes se enriquecieron ellos y fundieron el mundo? No. La 1° medida que toma el FMI es contra Argentina. Argentina. Alumna ejemplar del FMI en los 90 que siguió todas y cada una de las recetas y cuando explotó en 2001 le soltaron la mano".
El camaleón K
El kirchnerismo es camaleónico. Tiene la capacidad de bifurcar los caminos de su relato y su accionar. Nadie duda que aquella mala palabra, que jamás sería pronunciada por un K de ley, hoy está entre nosotros: ajuste.
Devaluación + suba de tasas = receta del FMI. A esto -por supuesto- súmele el inicio del retiro de subsidios y el sinceramiento de las estadísticas. No estoy juzgando la calidad de las políticas económicas, si son buenas o malas, apenas poniéndole el nombre que corresponde. Acá o en Kazajistán, es un ajuste ortodoxo.
Le recuerdo que el nuevo índice de inflación que hoy utilizamos, lo elaboramos con la asesoría del FMI y fue lo que permitió retirar la moción de censura. Hasta el momento, estábamos inmersos en un default encubierto. Los bonos que ajustaban CER (que ajustan por inflación) pagaban mucho menos de lo que debían a sus tenedores. Repito, mucho menos...
Más acá en el tiempo, se modificó la base del PBI y se llegó a un cálculo más realista. Al quedarse sin financiamiento interno, la administración K ordena las fichas para salir a pedir dinero afuera, a tasas razonables. Es decir, poder acceder al interés que tienen los vecinos de la región y que hacen que -por ejemplo- Ecuador esté preparando una nueva colocación de deuda, esta vez por unos US$ 700 millones.
Por estas latitudes, deuda ya no es mala palabra y se entiende que si es a una buena tasa, puede ser un mejor negocio que emitir de forma descontrolada, con su consecuente impacto en la inflación y en las reservas del Bancos Central.
No hay dónde esconderse
Dentro de toda la estrategia del Gobierno de volver a ser parte del mundo, un punto clave es regularizar la deuda con el Club París que está en torno a los US$ 9.000 millones.
La piedra de tope -ironía poética si se quiere- es que para que el organismo multilateral acceda al esquema de pagos que presenta la Argentina, debería mediar el aval del FMI. Para que eso ocurra, el país se debe dejar auditar las cuentas. Es decir, aceptar el artículo IV.
En principio, el ministro de Economía -Axel Kicillof- no tiene problema con eso. La decisión final será de Cristina.
Esta semana -posiblemente mañana- el funcionario viajará a Washington a reunirse con el director para el Hemisferio Occidental, Alejandro Werner, y, probablemente, también con la titular del organismo, Christine Lagarde. La idea es ver cuál será el alcance de esta radiografía.
La oferta del país es un primer pago al Club de US$ 250 millones y el resto en bonos. Si el Fondo no hace de mediador, para que el acuerdo tenga éxito, la muestra de buena fe deberá ser muy superior.
Alemania y Japón, principales acreedores, son los máximos detractores de un pacto con el país sin un garante. La Argentina estudia una tercera vía con otro organismo, como podría ser el BID, aunque todavía está verde.
Las relaciones con el FMI no son carnales, pero el Gobierno hace gala una vez más de su carácter camaleónico todo terreno. No hay amor, pero hay mimos.
Para conversar sobre éste y otros temas de la economía local, te invito a seguirme en Twitter: @IgnacioRos.
Hasta la próxima. Saludos,
FUENTE: Publicado en el Inversor Global - Newsletter semanal - Enviado por mail

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ARCHIVOS DE TEMAS DEL BLOG

Buscar articulos