martes, 10 de junio de 2014

El costo de festejar malas noticias


En los años previos, el mercado festejó el rol de la Reserva Federal en la crisis. En la actualidad le llegó al turno al Banco Central Europeo y los inversores, también, festejaron. ¿Alguien se pregunta, acaso, cuál es el costo de esta fiesta?
Por Diego Martínez Burzaco
ImageA cualquiera de nosotros nos ha ocurrido, alguna vez, enfrentar situaciones que han sido un punto de inflexión en el rumbo de nuestras vidas ya sea en lo profesional, en lo social o en lo familiar. Siempre se dan este tipo de particularidades con condimentos propios que tuercen el rumbo de los acontecimientos y generan cambios que rompen con la estabilidad de la rutina a la que nos habíamos acostumbrado hasta ese momento.
En referencia a las inversiones bursátiles, también podemos trazar un paralelismo similar.
La crisis económica de 2008 fue un punto de inflexión en muchos sentidos.
Los bancos de inversión desaparecieron para convertirse en bancos comerciales, los países que defendían el capitalismo a ultranza debieron salir a intervenir y rescatar a innumerable cantidad de entidades y los bancos centrales del mundo inyectaron una cantidad de dinero sin precedentes.
Sin duda que todo esto torció el rumbo de las Bolsas.
Pero por sobre todo, lo que ha cambiado fuertemente es la manera en cómo se interpreta la información económica y cuál es su impacto sobre el precio de los activos.
Desde hace ya un tiempo los inversores se acostumbraron a festejar más las malas noticias sobre el estado de la economía global que las buenas noticias.
¿A qué se debe esto?
La política monetaria expansiva de la Reserva Federal, primero, y del Banco Central Europeo, ahora, han generado una adicción insustituible entre los inversores y es el principal argumento por el que los principales mercados bursátiles del mundo se encuentran en niveles máximos históricos.
Mientras existe esta mega inyección de dinero, las tasas de interés permanecerán ridículamente bajas, por lo que la inversión en bonos carece de sentido y los inversores se sienten impulsados a tomar más riesgos, llevando el flujo de ahorro hacia las acciones y haciéndolas subir a niveles de precios excesivamente elevados.
¿Pero acaso alguien se pregunta sobre los fundamentos económicos de las empresas detrás de esta suba en las cotización de sus acciones?
Muy pocos. En virtud de la verdad, a nadie le interesa. La principal atención se centra en si los bancos centrales seguirán con el festín de la emisión monetaria para sostener la suba de precios de las acciones.
Y para ello no hay nada mejor que seguir esperando malas noticias económicas. Mientras peores sean los indicadores de la actividad, menos margen tendrán las autoridades monetarias para terminar con sus planes monetarios expansivos.
Y así la fiesta continuará.
La pregunta es, ¿a qué costo?
El Banco Central Europeo se pone el traje de la Fed
La semana pasada los mercados festejaron el nuevo programa de estímulo monetario anunciado por el Banco Central Europeo. O lo que es lo mismo, celebraron que la recuperación económica europea fuera efímera y endeble.
Adicionalmente a una nueva inyección de euros en el sistema financiero europeo, la autoridad monetaria de esa región rebajó su tasa de referencia de 0,25% al 0,1%, mientras que la tasa de interés que remunera los depósitos que los bancos comerciales realizan al Banco Central Europeo (BCE) se estableció en -0,1%.
Sí. Tasa nominal negativa.
La lógica detrás de esto es incentivar a que los bancos dejen de realizar depósitos en el BCE y que utilicen ese dinero a inyectarlo en el sector privado a través de préstamos a empresas y/o individuos. De esta manera, se busca dinamizar la actividad económica y que la recuperación sea más vertiginosa.
Sin embargo, creo que hay un error conceptual importante en esta lectura por dos motivos principales:
1. En un mundo de excesiva liquidez como el actual no se cambiará el rumbo agregando más liquidez, es decir, trabajando sobre la oferta de dinero, sino que hay que generar incentivos por el lado de la demanda. Para ser más claros, mientras que el sector privado no recupere la confianza necesaria para comenzar a tomar crédito nuevamente, la situación está lejos de cambiar.
2. La mayor liquidez que tienen los bancos no está generando el "efecto derrame" deseado por el BCE sino que, por el contrario, se dirige a financiar el déficit estructural de muchos países de la Unión Europea. Un ejemplo claro fue la última licitación de bonos del Tesoro español en la que se colocó deuda a 0,968% anual a tres años y a 1,52% anual a cinco años, el nivel más bajo de la historia. Como España, hay muchos casos más. Vea el gráfico a continuación:
Los rendimientos de la deuda de los países que pusieron en vilo a la continuidad de la Unión Europea, en 2011, han bajado drásticamente. Esta baja responde en gran parte a la abundancia de liquidez global -aplicada por los bancos centrales- y no tanto por la mejora de los fundamentos económicos de estos países.
Esta fiesta de la emisión ha permitido que la música siga funcionando en el corto plazo. El gran dilema es quién pagará el costo en el mediano, cuando se comiencen a sentir con fuerza los desequilibrios generados por los bancos centrales más representativos del mundo.
Quizás haga falta un soplido muy pequeño para derrumbar este castillo de naipes.
Manténgase alerta. "A su lado en los mercados."
Diego Martínez Burzaco.
FUENTE: PUBLICADO EN NEWSLETTER SEMANAL - Enviado por mail

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