sábado, 11 de abril de 2015

El economista: su peor enemigo por Diego Martínez Burzaco​

ImageQue la emoción domine a la razón en materia de inversiones puede ser muy peligroso. Sin embargo, los economistas tenemos gran parte de la culpa en este proceso. Hoy le cuento por qué y cómo no verse intoxicado por la sobreabundancia de información.
Hoy voy a utilizar esta columna para hacer una autocrítica. Para mí se trata de un ejercicio diario, pero rara vez escribo mis conclusiones públicamente. Prefiero guardármelas para aprender y construir de cara al futuro.
Sin embargo hoy no puedo callar. Básicamente porque el tema en cuestión tiene una incidencia muy importante sobre usted como inversor.
En numerosas ocasiones le sugerí que para lograr ser un buen inversor uno de los pilares claves es conservar la razón por sobre la emoción al momento de manejar sus ahorros. Es difícil, lo sé. Pero aún es todavía más dificultoso si entramos en acción nosotros, los economistas.
¿Por qué?
Los economistas en cualquier de las áreas de nuestras influencias, llámese macroeconomía, negocios, finanzas o bolsas tenemos un rol muy importante sobre la formación de las expectativas de los agentes.
La principal herramienta de persuasión se da a través de las proyecciones. Generalmente, un economista suele explicar los movimientos futuros de cualquier variable económica haciendo una proyección sobre la misma.
Y por más que la proyección se realice con el mayor profesionalismo posible, en el 99% de los casos la misma no se condice luego con lo que pasó en la realidad. Y luego, sobrevienen las justificaciones del profesional en cuestión explicando qué fue lo que pasó que hizo que no se diera en la realidad lo que había proyectado en su momento.
Es por eso que en mi caso particular trato de no hacer proyecciones estadísticas puntuales sobre eventos futuros. Hago un análisis más abarcativo y constructivo que un simple frío número. Busco generar valor agregado con un espectro más amplio.
Pero todo lo anterior tiene un costo para el inversor. Esas proyecciones originales son formadoras de expectativas. Y en base a las mismas, el inversor toma decisiones.
Entonces, si esas proyecciones están erradas, también lo estarán las decisiones de inversión que tomó en base a ellas.
El quid de la cuestión acá es que uno, al momento de invertir, no debe aferrarse completamente a ninguna proyección que influya de manera exclusiva sobre sus formas de proceder. Debe primar siempre la razón y, para ello, debe ser capaz de distinguir lo tóxico de lo que no lo es.
Un caso de la economía actual…
Uno de los hechos que disparó mi columna de hoy es el denominado “World Economic Outlook” (Perspectiva de la Economía Mundial) que publica periódicamente el Fondo Monetario Internacional.
En su última publicación, en uno de sus apartados, señala que por motivos de la crisis económica, el mundo estará destinado a crecer menos hasta 2020. ¡Y le ponen cifras a ese crecimiento!
Antes de la gran crisis de 2008, las economías desarrolladas crecían a un promedio anual de 2,4%. Según el organismo, a partir de 2015 a la fecha ese crecimiento pasará a 1,6%.
¿Acaso puede saber con exactitud el FMI qué pasará en los próximos 5 años si ni siquiera somos capaces de saber lo que ocurrirá mañana en materia económica?
Pero no solo la proyección se limita a las economías avanzadas. La media de crecimiento para los emergentes era de 7,2% anual hasta la crisis, pero ahora pasará a 5,2%.
Realmente es escalofriante la exactitud con la que miden esas cifras.
Mi pregunta, que le hago extensiva, es: ¿cuánto tiempo pasará para que cambien estas proyecciones nuevamente?
Tenga cuidado con las proyecciones que se manejan. Tómelas con pinzas para sacar conclusiones.
Y en la Bolsa también ocurre…
Los analistas bursátiles también son fanáticos de las proyecciones. Simplemente las aman. Creen que un análisis carece de rigurosidad si efectivamente no las tienen.
Creo que se equivocan, pero es lo que manda en Wall Street o cualquier mercado desarrollado del mundo.
Una de las proyecciones que más atención e impacto generan sobre los inversores son las referidas a las de ganancias trimestrales de las empresas.
Precisamente el día miércoles pasado ingresamos en lo que informalmente se conoce como el inicio de la temporada de presentación de los balances trimestrales.
Si usted es un inversor experimentado, sabrá que cuando estamos en este período la volatilidad en el precio de las acciones tiende a ser mayor. Si una empresa gana más dinero de lo que el “consenso de expertos” estimó, entonces su acción puede subir mucho. En caso contrario, podemos estar antes turbulencias indeseadas en los precios de las acciones.
Es realmente llamativo cómo las proyecciones de los analistas tienen un impacto tan fuerte en la formación de las expectativas de los inversores. Y eso es lo que hace mover a los precios.
Pero más asombroso aún es cómo se confeccionan esas proyecciones y cómo van variando a lo largo del tiempo.
El siguiente cuadro es revelador al respecto:

Este gráfico muestra la evolución de la revisión de las proyecciones de ganancias corporativas desde 90 días antes a la fecha del inicio de las presentaciones de los balances en cada trimestre.
Es increíble cómo los analistas van ajustando sus proyecciones. Y generalmente, durante los últimos trimestres, siempre a la baja.
Para el actual trimestre (primero de 2015) la revisión es la más agresiva: llega al -8%.
Imagínese si hubiera invertido en base a la proyección de hace 90 días atrás y ahora debe soportar todo el efecto negativo de las menores ganancias esperadas.
Esto es lo que quiero que se lleve como aprendizaje esta semana. No crea en todo lo que le dicen, en lo que se proyecta. La razón es más importante que la emoción y usted debe ser capaz de distinguir que es lo más útil para sus objetivos de cartera.
A su lado en los mercados. Diego Martínez Burzaco
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - enviado por mail

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