jueves, 4 de junio de 2015

El verdadero debate no es “Shock o Gradualismo” por Iván Carrino

ImageA medida que se acercan las elecciones para elegir un nuevo presidente, la discusión crece acerca de si el nuevo Gobierno debe implementar medidas de shock o medidas de corte gradual. Sin embargo, ese debate es estéril si no se sabe hacia dónde se quiere ir.
El 10 de diciembre de este año, una nueva administración asumirá el poder luego de 12 años de gobiernos liderados por el apellido Kirchner. El gobierno saliente deja una gran cantidad de problemas económicos que afectan la vida cotidiana de la gente. Inflación, cepo al dólar, crisis energética, conflictividad laboral y recesión son algunos de ellos.
En este marco, comenzó un debate entre los economistas acerca de cómo deberían solucionarse la mayoría de estos problemas, quedando expuestas dos posiciones aparentemente contrapuestas. Por un lado, la que se inclina por realizar cambios en forma de shock, de una vez y “sin anestesia”. Por otro, la que es partidaria de encarar cambios pero solo de forma gradual. De a poco, para que “no duela”.
Ahora bien, por más deseable e interesanteque pueda ser este contrapunto acerca de cómo emprender reformas, lo cierto es que no es del todo relevante,especialmente cuando la discusión política gira en torno al cambio o la continuidad.
Es que, en realidad, el verdadero debate no es “shock o gradualismo”, sino “Chile o Venezuela”, uno todavía más profundo, que aún no ha sido resuelto y que trata sobre el modelo de país que realmente queremos.
Finalmente, toda discusión sobre las formas se vuelve estéril si no está claro cuál es el objetivo.

Chile y Venezuela son los dos extremos de la organización económica del continente. En la Venezuela chavista predomina el llamado Socialismo del Siglo XXI, donde el estado es omnipresente y nada ocurre sin el permiso oficial. Para tener una idea de su tamaño, el gasto público en 2014 ascendió al 42,6% del PBI. Es decir, por cada dólar de producción, 43 centavos son gasto del gobierno. El elevado gasto venezolano es responsable de un déficit de proporciones astronómicas, cercano al 15% del PBI. A su vez, como ese déficit es financiado con emisión monetaria, la inflación llegará al 94,9% en 2015 según las conservadoras estimaciones del FMI.
La alta inflación producto del déficit y la emisión no es la única característica de la economía Venezolana. Debido a los ubicuos controles de precios, la escasez es la norma y las colas para comprar pan y harina se han convertido en una nueva institución del socialismo chavista. Por si esto fuera poco, también escasea la libertad económica. En el ranking elaborado por la Fundación Heritage, el país solo supera a Cuba y a Corea del Norte.
Emprender en Venezuela es un verdadero deporte extremo y el capitalismo es una mala palabra.
Chile es el extremo opuesto. Más allá de los desarrollos presentes, el país vecino mantiene hace años una economía abierta, con disciplina fiscal y un gobierno limitado, que sabe que el progreso es fruto del capitalismo y el espíritu emprendedor. Así, el gasto público el año pasado ascendió a solo el 25,5% del PBI y el déficit se mantuvo en el 1,4%. Este déficit, sumado a que el Banco Central de Chile tiene prohibido financiar los desequilibrios del tesoro, contribuye a que la inflación sea baja. Según el FMI, el año que viene,los precios subirán solo 2,8%. Envidiable.
Es que, como comentábamos al principio, Chile tiene una economía abierta que cree en el sector privado. Por ello,es el país latinoamericano mejor ubicado en el Índice de Libertad Económica y su propia presidenta se jacta de decir que “es el país con más tratados de libre comercio del mundo”.
Los resultados de ambos modelos están a la vista. El de Chávez y Maduro paralizó la actividad económica y, mediante la inevitable devaluación, está pulverizando los salarios de los venezolanos. El modelo chileno, por el contrario, llevó al país a liderar el Índice de Desarrollo Humano de la región y redujo sustancialmente los niveles de pobreza.
En conclusión, antes de comenzar un debate sobre cómo encarar cambios, lo mejor sería debatir y resolver hacia dónde se quiere cambiar. En esta última década, la economía argentina se acercó mucho más al modelo del país petrolero que al de nuestros vecinos del otro lado de la cordillera.
Para el próximo período, exijamos que se comience a caminar en la otra dirección ya que, de lo contrario, el riesgo de reproducir los resultados del chavismo es extremadamente alto
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - enviado por mail

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