lunes, 22 de junio de 2015

El zafarrancho macro económico suma otra víctima: La avicultura, tampoco es una excepción.

Daniel Carlos BessoPor el Ing. Agr. Daniel Carlos Besso
Tengo relación con la avicultura, desde hace 40 años. He visto su evolución casi desde los inicios de la avicultura industrial hasta el día de hoy.
Durante mucho tiempo el pollo era más caro que la carne de vaca. Así y todo, vuelta a vuelta, tenía sus crisis.
Hoy se podría desenvolver bien, al amparo de un precio muy alto de la carne de vaca.
Tomados en conjunto, somos un país con un consumo per cápita muy alto, de proteínas de origen animal.
La capacidad de consumir carnes y subproductos animales, tomados en promedio es solo una, cuando se consume más cerdo, se deja de consumir carne vacuna, y así con todo. Hasta ha subido el consumo de huevo, cosa auspiciosa debido a la calidad nutricional, de este producto.
Hoy, como todas las actividades productivas, está  jaqueada por costos crecientes y precios pisados. No es una excepción.
Lo único que puede ayudar a esta producción (pollo), como a cualquier otra, de nuestro país en este momento, es mejorar la calidad organoléptica y dedicar buena parte de las inversiones a la industrialización de preparados listos para consumir, con los mismos pollos, por ejemplo: salchichas, salchichones, paté, hamburguesas, guisos o ragout, escabeches, estofados, ahumados... Todo esto con el objeto de exportar estos productos, además de pollo fresco.
Sucede que la introducción de expeller de soja de 1ª expresión, le confiere a las canales, grasa que contiene ácidos grasos insaturados de rápida y ABUNDANTE, OXIDACIÓN. Esta oxidación degrada mucho y rápido los productos que pudiesen elaborarse.
Esta condición,  disminuye los plazos para su comercialización.
Sin duda, el uso de expeller de soja con un remanente de 8 a 10 % de aceite remanente, más un 33 % de proteínas de altísimo valor biológico, impulsa la producción dando una  velocidad de crecimiento excepcional.
Naturalmente, en los monogástricos, esos aceites, pasan a la grasa del animal que se cría, estropeando su calidad.
No conformes con estropear la calidad de los pollos y cerdos, hoy la han emprendido introduciendo jabones cálcicos de aceites de pescado, chía y soja con la intención de que esos ácidos grasos lleguen a la leche y los quesos. Todo un despropósito…
Pero eso será motivo de otra página.
Puedo asegurarles que todos los productos cárnicos y elaborados, en Europa, NO POSEEN ESTOS ÁCIDOS GRASOS Y DE NINGUN MODO, SABORES A RANCIO. Tampoco se detectan antioxidantes, en cantidades distinguibles.
Todo esto que tiene que ver con la calidad de los productos exportables, es responsabilidad del sector productivo.
Pero por otro lado, la falta de un tipo de cambio competitivo y estable por mucho tiempo, es un obstáculo INSALVABLE.

Esto es responsabilidad ABSOLUTA de la política económica.
No es cuestión tampoco que un nuevo gobierno, para recuperar aliento, establezca un tipo de cambio competitivo, que luego en un par de años se lo coma la inflación.
Todas las actividades agropecuarias, a excepción de los cultivos anuales, demandan inversiones muy grandes y plazos largos para su desarrollo. En esto, la avicultura, no es diferente a la producción de aceite de oliva, duraznos, o leche.
Cuando dirigimos nuestro pensamiento a la exportación, lo primero que debemos hacer es ir a ver QUÉ CONSUME Y CUÁL ES EL GUSTO DEL MERCADO AL QUE PRETENDEMOS ACCEDER. No creer que nuestro gusto, es el gusto del mundo.
Lo único que se puede asegurar, es que el mundo sigue esperando nuestras carnes vacunas, de cruzas británicas, criadas a pasto y talvez, con un corto encierro para su terminación.
Solamente se comparan las carnes neozelandesas, canadienses, británicas, francesas y estadounidenses, y naturalmente no cubren ni en lo más mínimo, los requerimientos de las carnes "premium".
Tampoco podemos abusar de la paciencia de los mercados.
Mientras nosotros nos sentamos en el trono, el mundo sigue avanzando y mejorando. Volviendo a “la nueva víctima”, la avicultura, cabe que el sector se ponga las pilas y piense cómo va a resolver el problema de sus costos, si se derogan las retenciones a la soja y al maíz.
La soja en forma de sus subproductos, el maíz, sorgo y otros cereales, son productos que conforman el 92 % de las fórmulas  de los alimentos de las aves, tanto de producción de huevos para consumo, como para la de pollos parrilleros. (Valga esto para la producción porcina, tambo y demás)
La eliminación, o aún la reducción de las retenciones, va a elevar el costo del alimento en no menos de un 20- 22 %. (En U$S).
Será entonces que la actividad, deberá forzadamente; como tantas veces dije, asociarse con los productores de cereales y oleaginosas.
Como todas las producciones de alimentos, en nuestro país, si bien  el consumo local es el escalón indispensable para el crecimiento, nuestra capacidad de producir, es de tal magnitud, que solo podrá crecer, dedicando su imaginación A LA EXPORTACIÓN.
No pongan esto en dudas,  un país que solo exporte producciones primarias o comodities, solo podrá dar ocupación a pocas personas y EL RESTO, SOLO PERMANECERÁ MIRANDO.
En el mejor de los casos, encontrará ocupaciones al resto de la población, prestando servicios a los que se dediquen a esas producciones primarias.
En un mundo que día a día desarrolla tecnologías para bajar costos, que esas tecnologías se basan en disminuir la intervención humana; solo se puede augurar un país de gente que COBRA PLANES.
Como verán, las tareas a realizar, en el futuro son incontables. Demandarán imaginación, estudio, trabajo y bastante coraje. Nada de todo esto se podrá dar con la enorme mochila del COSTO ARGENTINO, DE LAS REGULACIONES ANTOJADIZAS, DE UN ESTADO (NACIONAL, PROVINCIAL, MUNICIPAL Y ORGANISMOS DESCENTRALIZADOS).
Como solían decir en el sector: “SI UD. NO  APORTA SOLUCIONES, UD. ES PARTE DEL PROBLEMA”.
Ing. Agr. Daniel Carlos Besso
M.N.Nº 5.162
ENVIADO POR SU AUTOR

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