jueves, 25 de junio de 2015

SCIOLI AL GOBIERNO CRISTINA AL PODER Y, EL DESCARRILAMIENTO DE RANDAZZO

Sabido es que el kirchnerismo de paladar negro siempre desconfió de Scioli, y el destrato que la presidente lo prodigó al paciente gobernador, constituyen muestras elocuentes de la escasa compatibilidad de carácter e ideas.
Por: Aldo Norberto Bonaveri
La nominación del Secretario Legal y Técnico de la presidencia, Carlos Zannini, como compañero de fórmula de Daniel Scioli para las elecciones presidenciales se produjo inesperadamente en la víspera, anunciada por el propio gobernador bonaerense tras reunirse con Cristina Fernández de Kirchner, no quedando duda alguna sobre quien tomó la decisión.

La determinación no sorprende por el perfil del funcionario bendecido, habida cuenta que se trata de un “pingüino” de puro cepa y de máxima confianza de la familia Kirchner, con la que está estrechamente vinculado de hace más de 30 años; relación que abarca tanto los intereses del matrimonio como la colaboración incondicional con Néstor primero en la municipalidad de Río Gallegos, luego en la gobernación, como en las presidencias de éste y Cristina.
No obstante asombró por ser precisamente Zannini, un contrapuesto histórico interno de Scioli, hasta ayer uno de los principales fogoneros de la candidatura presidencial de Florencio Randazzo, quien pese haber recibido reiteradas “señales de vía libre”, de parte de la mismísima presidente y su núcleo duro, no logró subir tantos “pasajeros” como esperaba y, abruptamente ve “descarrilar” su pretensión de llegar a la “estación” de Balcarce 50.
Sabido es que el kirchnerismo de paladar negro siempre desconfió de Scioli, y el destrato que la presidente lo prodigó al paciente gobernador, constituyen muestras elocuentes de la escasa compatibilidad de carácter e ideas.
Es evidente que los deseos de Daniel Scioli por llegar al sillón de Rivadavia, son el antídoto potente que le permitió digerir tantos ultrajes y manoseos, naturalmente que acompañado por un fenómeno difícil de explicar: la buena imagen positiva que sin intermitencias viene conservando desde prácticamente su comienzo en la política. Más enigmático resulta aún si se evalúan las consecuencias de su gestión; la provincia de Buenos Aires es por lejos la de mayor inseguridad del país, la salud pública deja muchos que desear, en tanto que la educación en dicho distrito es la que registra los niveles más bajos.
No es necesario ser demasiado perspicaz para decodificar la inclinación de Cristina Fernández por la candidatura de Daniel Scioli, ninguno de los muchos aspirantes que tenía el Frente para la Victoria movía el amperímetro (Aníbal Fernández, Sergio Uribarri, Agustín Rossi, Jorge Taiana, Julián Domínguez etc.), para bajarlos solo fue necesario el llamado al “baño de humildad” de la presidente; Randazzo visiblemente más próximo al corazón del poder alcanzó a superar la primera andanada, empero nunca logró poner en riesgo la clara supremacía del gobernador bonaerense con vista a dirimir la representación oficialista en las PASO.
Frente ante ese contexto, la presidente consumó una estratagema que con variantes venían pergeñando diferentes adláteres K. Al respecto, cabe observar como lo traicionó el subconsciente al intelectual de Carta Abierta, Eduardo Jozami, cuando recientemente en 6,7,8 refiriéndose a una hipotética formula Daniel Scioli – Máximo Kirchner expresó: "Si eso sucediera, tendría la expectativa de que Scioli a lo mejor renuncie algún día".
Más allá de las formas o el “partícipe necesario” que ocupe el lugar, la conjetura de Jozami no es un pensamiento aislado; la primera mandataría y varios acólitos “sintonizan la misma frecuencia”, Daniel Scioli es el único oficialista que actualmente está en condiciones de polarizar la elección frente al ascendente posicionamiento de Mauricio Macri; en consecuencia el plan K, “recobra” aunque embozadamente, el lema que acompaño el triunfo del Frejuli en 1973 “Cámpora al Gobierno, Perón al Poder” trocando los actores por Scioli y Cristina.
Claro está que para concretar este objetivo es imprescindible manejar todas las botoneras, contar con los remplazos constitucionales previstos, que respondan plenamente al propósito y estén desprovistos de apetencias de conducción en el futuro inmediato.
El plan de Cristina no tiene hilos sueltos; con mano firme viene imponiendo los candidatos en las listas de diputados nacionales de todas las provincias, en las elecciones legislativas de octubre las boletas del Frente para la Victoria se pueblan de militantes de La Cámpora, lo que le garantizan subordinación a la jefa del movimiento, aunque no necesariamente lealtad al próximo presidente así sea del mismo color.
Por otra parte, la presidente pese al relato triunfalista que utiliza en sus peroratas por cadena nacional, sabe perfectamente que la economía tal como está no puede sostenerse por mucho tiempo sin provocar una crisis de proporciones; el desbarajuste es de tal magnitud, que cualquiera sea quien gane las elecciones tiene “tomar el toro por las astas” y cambiar el rumbo. Cabe acotar que sobre el particular, ninguno de los candidatos expresa con total verosimilitud cual es el diagnóstico y menos aún la magnitud de las medidas a tomar, pero seguramente “no habrá parto sin dolor”.
La especulación sobre los efectos y sensaciones forman parte del vademécum K, y no habrá mayor miramientos en buscar quien pague los costos de un inevitable reordenamiento. En la historia de nuestro país existen casos elocuentes. Acaso ¿El tristemente célebre Rodrigazo, se debe a una perversidad de Celestino Rodrigo? o fue consecuencia inevitable de una irresponsable distorsión de las variables económicas que lo antecedieron.
La oportunidad es propicia para reflexionar sobre si Scioli estaría en condiciones de soportar los sacudones propios que podrían ocasionar, reacomodamientos que a la postre más consecuencias traerían aparejadas mientras más se demoren en implementar.
En la concepción de la primer mandataria, si ese escenario se produjera no habría mayores miramientos en “soltarle la mano”, a quien hoy por necesidad y no por convicción “entroniza”. El designio pergeñado en Olivos, ha previsto el plan B y, para ello ha elegido al hombre “ideal”, tan hábil como inescrupuloso, Cristina sólo persigue mantener el poder, y para ello tiene a su propio “Raputín”, Carlos Zaninni, el “Chino” para sus amigos, mote ganado por su formación maoísta.

DESDE PREGON AGROPECUARIO  http://www.pregonagropecuario.com/cat.php?txt=6606#ovijBki2v0mByzBw.99

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