viernes, 12 de febrero de 2016

Nos comimos las vacas gordas, y ahora el corral está vacío.

Maria Celsa Rodriguez MercadoPor María Celsa Rodríguez
El precio de la carne ha producido que el gobierno critique a los frigoríficos, a los carniceros y a los supermercados. Pero el problema viene desde hace tiempo. Comienza en el 2008 cuando se deroga la Resolución 125 que fue una bisagra para el sector agropecuario. En ese momento, la actividad de la industria de la carne padeció un lento retroceso que fue cocinada a fuego lento por las políticas intervencionistas del gobierno kirchnerista.

Todo se fue agudizando con el paso del tiempo, entre los cortes de rutas, la baja en la cantidad de ganado enviado al Mercado de Liniers, los mensajes críticos al campo desde las cadenas nacionales realizados por una obtusa Presidente con poco criterio económico y con una opinión  sesgada por su propio entorno, que favorecía a la destrucción y empobrecimiento de los sectores más productivos del mercado. Esto, con el tiempo produjo una reducción en las faenas del 43,8% mensual y el 41,4% interanual, el despido de trabajadores del sector frigorífico y el cierre del sector industrial. "“Unas 150 plantas frigoríficas cerraron sus puertas desde 2008 hasta la actualidad, según un informe que publicó Ateneo Carbap, la asociación juvenil de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa”- especificó Raúl Berrueta, secretario de la asociación”". Algunos se retiraron del país y apuntaron sus inversiones a otros países más competitivos como Australia y Estados Unidos, lo mismo pasó con el frigorífico Marfrig una de las empresas más importante del Brasil en ese rubro, con activos de 406,2 millones de reales.

Por su parte, la participación de Echegaray en el ONCCA (Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la República Argentina) fue un engranaje clave para instrumentar toda la estrategia digitalizada por Guillermo Moreno, Secretario de Comercio quien contaba con el aval presidencial para hacer de su función una especie de cacería de brujas. Echegaray manejaba con discreción los permisos de exportación de carnes vacunas (ROE rojos), controlaba las faenas, todo la cadena de producción, la cuota Hilton, el precio de ganado en pie, y el mínimo de peso que debía tener un animal para entrar a faena, como así también la cantidad de cabezas permitidas. Manejaba las estadísticas que sería la base de información para la confección de los informes que emitía la CICCRA (Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina). Pero de pronto se dejaron de emitir informes, y ya no se manejaban estadísticas.

Cuando se empezó a faenar las hembras y el ganado joven, las variables comenzaban a diseñar la crisis que vendría. Esto se agravó por los efectos climáticos: las sequías y las inundaciones en varias provincias como Chaco, Corrientes, Buenos Aires, La Pampa, Entre Ríos y Santa Fe empujaron aún más a deshacerse de las hembras y novillos.

En el 2010 se produce una gran liquidación del rodeo, se invierte en soja y no en ganado. Pero la demanda interna crecía y la oferta se había reducido, al llevar las vacas al matadero, ya no quedaban vientres para la reproducción. Y ahí los precios comenzaron a subir. Este aumento de precio redujo el consumo que pasó de 73 Kg por año por habitante, a consumir 59 Kg por año por habitante.

La noche se asomaba sobre la producción ganadera, ya no había stock para responder a la demanda interna, ni mucho menos a la demanda externa en las cantidades requeridas. La Argentina exportaba al mercado internacional a niveles muy bajos. Durante el 2010 fue de 3,6% de la demanda internacional, en el 2011 bajó al 2,6% y en 2013/14 solo el 2%.

La solución del gobierno fue poner parches a algo que ya era un desastre. Se realizaron acuerdo de precios para los cortes populares, se implementaron el Plan “Carne para todos”, y subsidios a frigoríficos donde el Consorcio de Exportadores a través del programa de Recuperación Productiva, el Estado se hacía cargo de pagar 2.000 $ del sueldo de cada empleado durante un año,- a cambio de no despedir a nadie.

Mientras tanto, los países vecinos se encargaron de hacer crecer la producción ganadera. Paraguay triplicó el número de cabezas y hoy es el sexto exportador de carnes de Latinoamérica, junto a Brasil que está segundo y Uruguay que es octavo, y que exportan a México, E.E.U.U. y China.


En el 2009 estábamos en el cuarto lugar de los 10 países exportadores de carnes. En el 2014, quedamos fuera. El “Ateneo Carbap confirmó que unos 30.000 productores ganaderos abandonaron la actividad en la última década”.

El gobierno de Cristina Kirchner destruyó la producción bovina y avícola. El mal manejo de Guillermo Moreno con su política patoteril de destratar a todo el mundo a los gritos e insultos, subsidiando a algunos y presionando a otros, produjo el cierre de más de 150 frigoríficos, despidos de trabajadores del sector y el debilitamiento de la cadena de producción. Se han perdido 10 millones de cabezas de ganado que hoy tienen sus efectos en el precio de la carne. Como bien dice Murray Rothbard: “ El Estado es la vasta maquinaria de la delincuencia y de la agresión institucionalizadas”.

Hoy “los frigoríficos pasaron de sacrificar animales de 320 kilos en 2006 a 240 kilos promedio en 2014”. Seguir imponiendo controles sobre los precios de los cortes. como aseguró el gobierno de Macri, es poner más trabas al desarrollo del sector, y no atender el fondo del problema. La inflación ha aumentado los costos de producción que se recrudecen con los conflictos gremiales y hace difícil sostenerse. Por ello se debe buscar la re-activación agropecuaria, ese sería el camino idóneo a seguir, por medio de una política económica que ayude a los productores a salir de la decadencia en que nos hundió el gobierno anterior.

Nos comimos las vacas gordas y ahora el corral está vacío.

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