jueves, 21 de abril de 2016

Lecciones tras la salida del default

Antes de comenzar, me gustaría contarte la historia de un familiar mío al que llamaremos José Carrino. José era una buena persona, de trabajo y querido por sus seres cercanos. Sin embargo, era un poco desordenado con sus finanzas personales. Él creía que tomar deuda siempre era conveniente porque cada gasto que hacía lo consideraba una inversión que “se pagaba sola”.
A pesar de las recomendaciones que le dábamos en la familia y entre los amigos, él siguió endeudándose hasta que un día el crédito no le dio para más. Su ingreso no le alcanzó y se fue a la quiebra. Para colmo de males, mi familiar decidió no pagar su deuda y eso lo dejó al borde de una catarata de juicios difíciles de resolver.
Con el tiempo, fue intentando arreglar el problema y llegó a numerosos acuerdos con los vecinos que le habían prestado plata, con la tarjeta de crédito y también con el banco. Sin embargo, algunos no quedaron conformes con su propuesta y decidieron iniciarle acciones legales.
Muchos pensábamos que, a pesar de todo, esto sería bueno para José. A fin de cuentas, le daría una lección y éste comenzaría de una vez por todas a ser más ordenado con sus ingresos y gastos. Lamentablemente no fue así. José siguió gastando por encima de lo que ingresaba, y – falto de dinero – para pagar sus gastos acudió a la emisión de pagarés con su firma. En el barrio estos papeles comenzaron a ser aceptados. Los vecinos les llamaron los “Carrino”, y los tomaban pensando que podrían cambiarlos por pesos cuando fuera necesario.
Sin embargo, cuando los “Carrino” empezaron a ser demasiado abundantes, su valor cayó y todo comenzó a ser mucho más caro en términos de “Carrinos”. A José no le quedaba otra. Seguir emitiendo papeles era inútil. Estos ya no valían nada.
Tenía que resolver el juicio que le habían iniciado sus viejos acreedores. Luego de años de litigo, el fallo le fue adverso y él ahora tenía que cancelar la deuda de manera íntegra. Su decisión fue no hacerlo y despotricar contra los acreedores, contra el juzgado y contra sus amigos y familiares, a quienes consideraba unos traidores por sugerirle que pague la deuda.
Tras largos días de una mezcla de enojo, angustia y desesperación, decidió cumplir con el fallo. No fue gratis, claro, pero era la única alternativa que le quedaba. Todos festejamos, había esperanzas de que José volviera a ser una persona “normal”.
En Argentina festejamos los créditos y lloramos las deudas. La historia de José no es muy distinta a lo que pasó en nuestro país desde que declaramos el default en 2001 hasta la actualidad. Pero después de esta semana, las relaciones financieras con el mundo parecen reestablecerse y hay algunas lecciones que deberíamos aprender.
Veamos cada una de ellas:
El endeudamiento es un arma de doble filo: como le pasó a José, hay que tener cuidado con la deuda, porque si la “inversión” que se va a financiar no se paga sola, entonces vamos a tener problemas financieros.
El default es una mala idea: todos pueden tener problemas financieros, pero eso no justifica no cumplir los compromisos. Si se opta por esta alternativa, lo que espera es una larga historia de juicios, restructuraciones e incertidumbre sobre la economía.
Peor aún es no cumplir los fallos judiciales: sin dudas una decisión incluso peor que la de no cumplir con los compromisos es la de hacer caso omiso a los fallos judiciales. Esto da una pésima señal en términos de seguridad jurídica, perjudicando la inversión y el crecimiento de largo plazo.
La inflación no es la solución: cuando José se encontró con que ya nadie le prestaba plata, en lugar de ordenar sus finanzas, decidió emitir “Carrinos”. Los gobiernos hacen lo mismo, por más que no accedan al crédito, utilizan la inflación para financiarse y nunca reducen el déficit fiscal que es la fuente del problema.
Desde que el 13 de abril la cámara de apelaciones de Nueva York avaló los acuerdos de Argentina con los holdouts, ratificando la salida del default, el dólar cayó 50 centavos, el riesgo país 44 puntos y la bolsa subió 9%. Además, producto de la elevada tasa de interés y la expectativa de una mayor seguridad jurídica a futuro, el país recibió ofertas en la nueva colocación de deuda por USD 68.000 millones.

Evidentemente, salir del default es una buena noticia para el país y motivo de celebración. Sin embargo, hay que tener cuidado. Como José, lo que tenemos que resolver es el problema de fondo que es el déficit fiscal producto del exceso de gasto.
Y si no aprendemos de nuestra historia, estaremos condenados a repetirla.
Un saludo, Iván
PUBLICADO EN INVERSOR GLOBAL - enviado por mail

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