sábado, 12 de noviembre de 2016

EE.UU., Nada nuevo bajo el sol

Resultado de imagen para anibal hardyPor Aníbal Hardy
Un famoso proverbio latino afirma: “nihil novi sub sole”: -Nada nuevo bajo el sol. Estados Unidos tras la caída del Muro de Berlín (1989) quedó como líder indiscutido, y domina en gran medida el acervo científico – tecnológico y militar del planeta. El país del norte, acepta e impone como verdad absoluta que con el imperio de la democracia y la libertad de mercados se pone fin a todos los conflictos. 
El 2 de diciembre de 1823, el presidente James Monroe pronuncia un discurso en el Congreso, en el que define la posición de Estados Unidos frente a las supuestas pretensiones de Europa hacia América Latina. Afirmó: -Consideraremos peligrosa para nuestra paz y seguridad cualquier tentativa hecha por ellas [las potencias europeas], que se encamine a extender su sistema a una porción de este hemisferio (…).Cuando se trate de gobiernos que hayan declarado y mantenido su independencia (...), la intervención de una potencia europea, con el objeto de oprimirlos o de dirigir de alguna manera sus destinos, no podrá ser vista por nosotros sino como la manifestación de disposiciones hostiles hacia los Estados Unidos.
Este célebre discurso en el Congreso será conocido como la doctrina Monroe y se sintetizará así: América para los americanos. Muchos interpretan que lo que el mandatario quiso decir fue -América para los norteamericanos.
Su doctrina asegura que los anglosajones y sus descendientes están predestinados a imponerse en toda América y hacerse responsables de sus recursos (tierras, aguas, ganados, minerales), justificando el desplazamiento o exterminio de cualquier pueblo nativo que se resista al inevitable curso de la Historia.
En 1915, los marines ocupan Haití para restaurar el orden y establecen un protectorado que permanecerá hasta 1934. En 1916, los marines invaden la República Dominicana y permanecen allí hasta 1924. Ese año, desembarcan en Honduras para mediar en un enfrentamiento civil y un militar hondureño impuesto por los invasores, asume el gobierno provisional.
En 1952, en Cuba, Fulgencio Batista inaugura su tiranía con la anuencia de Estados Unidos. Dos años más tarde, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) derroca al gobierno democrático de Jacobo Árbenz en Guatemala. Siguen casi 40 años de violencia.
En 1965, Estados Unidos envía marines a República Dominicana para reprimir un movimiento, y la historia continúa hasta nuestros días, con la injerencia en la política interior de Cuba y de la Venezuela bolivariana.
El presidente número 27 de Estados Unidos, William Howard Taft declaro: -“No está distante el día en que tres estrellas y tres franjas en tres puntos equidistantes delimiten nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. El hemisferio completo de hecho será nuestro en virtud de nuestra superioridad racial, como es ya nuestro moralmente”. La visión de Taft tiene un antecedente que rige hasta hoy.
El nuevo presidente electo, Donald Trump es una criatura políticamente inclasificable. Conservador en su política fiscal y de defensa (promete bajar los impuestos y subir el gasto militar), crítico con la globalización (quiere renegociar los tratados comerciales porque los considera perjudiciales para los trabajadores americanos) y más abierto que el núcleo duro de su partido en terrenos sociales como los derechos de los homosexuales e inflexible con la inmigración.
El mundo de hoy deberá resolver si una sola potencia, que no está guiada por valores espirituales o morales paradigmáticos, pueda mantener el liderazgo. Su única respuesta hasta ahora es la autodefensa de sus mezquinos privilegios, siguiendo su carrera armamentista y reafirmando su papel de policía mundial.
Para nuestro país, como para todas las naciones subdesarrolladas, el interés es que no haya una hegemonía avasallante, es que podamos vivir en un mundo multipolar desprovisto de fuerzas que anulen nuestra autonomía de decisión nacional. Existe también un interés en que no se reanude la carrera armamentista porque uno de los aspectos esperanzadores del mundo, además de lograr la paz en sí misma, es que los recursos que se dejen de destinar a la fabricación de armas puedan ser destinados al desarrollo y a mejorar la vida humana.
Desde Formosa- Abogado- Enviado por su autor

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