martes, 15 de noviembre de 2016

TRUMP OBLIGA A UN GRADUALISMO MENOS GRADUAL

La elección como presidente de Estados Unidos del controvertido candidato republicano seguramente implicará un contexto internacional menos favorable para la Argentina. Ante la posibilidad de menor acceso al crédito y precios de las exportaciones más bajos resulta prudente replantear estrategias. Es recomendable acelerar las reformas estructurales necesarias para equilibrar las cuentas públicas.
El triunfo de Donald Trump en Estados Unidos abre un amplio espacio de dudas en torno al devenir de la economía mundial. En las promesas electorales, el candidato fue profuso con proposiciones a favor de un mayor proteccionismo, represalias comerciales contra China y México para reducir importaciones e incentivos a la repatriación de capitales americanos. Estados Unidos representa casi un cuarto de la economía mundial de manera que si un gigante de esta magnitud toma estas medidas enfocadas hacia su mercado interno, el comercio internacional se resentirá.
También es cierto que el campo de acción política de Trump está condicionado. Más de la mitad de los electores votaron en su contra, habiendo ganado sólo gracias al método de elección indirecta. Operan además las rigideces propias de un marco institucional muy consolidado y la elevada internacionalización de las empresas estadounidenses. Por lo tanto, no habría que descartar que en la formulación real de las políticas se produzcan ciertos apartamientos de algunas de las altisonantes promesas electorales.
Para el caso de Argentina, una contracción del comercio mundial impactará sobre los precios internacionales. En este sentido, es útil observar la evolución de los precios de las materias primas que exporta el país. Según datos del Banco Central se observa que:
Entre los años 2000 y 2012, los precios de las materia primas exportadas por la Argentina aumentaron un 247%.
Entre los años 2012 y el 2016 cayeron un -38%.
Esto implica que en la actualidad son un 116% superior respecto al año 2000.
Estos datos muestran que, en los últimos años, los precios internacionales de las materias primas que exporta la Argentina han venido cayendo. Pero gracias a la inédita bonanza de la primera década del siglo, sigue habiendo un contexto mucho mejor que el de comienzos de siglo. De todas formas, si Trump lleva a la práctica sus propuestas, aun cuando lo haga de manera más moderada que lo planteado en la campaña electoral, la tendencia será a que continúen bajando los precios de los productos que exporta la Argentina.
La elección de Trump obliga a la Argentina a hacer un gradualismo menos gradual respecto al originalmente planeado. El planteo del candidato nortemaricano de elevar el proteccionismo, imponer represalias comerciales e inducir el regreso de los capitales americanos señala que puede producirse un fortalecimiento del dólar y, con ello, una caida en los precios de las materias primas medidos en dólares y una menor disponibilidad de créditos. Para la Argentina, la caída de los precios internacionales exigirá un mayor esfuerzo de producción y exportación para adquirir dólares a fin de financiar importaciones y repagar deuda en dólares. Menos crédito implicará pagar tasas de interes más altas. La principal conclusión es que la estrategia argentina de financiar con más endeudamiento externo la postergación en la reducción del déficit fiscal entra en tensión.
Los tres poderes del Estado –Ejecutivo, Legislativo y Judicial– y los tres niveles de gobierno –nacional, provincial y municipal– deberían asumir el nuevo desafio que emerge en la transición politica de los EEUU. Si previo a esta situación resultaba riesgoso financiar con deuda externa el enorme deficit fiscal, el resultado de las elecciones aumentó los riesgos considerablemente. Por lo tanto, sin abandonar la gradualidad, es imperativo reprogramar la velocidad. Las reformas previsional, tributaria y laboral son claves para disminuir la vulnerabilidad de la economía argentina frente al cambio de contexto internacional. En el mismo sentido, opera un replanteo del régimen de coparticipación para ordenar la gestión del Estado eliminando superposiciones de roles y de gasto público.
Mas allá de las polémicas e incertidumbres que genera el triunfo de Trump, para la Argentina es una señal de alerta. No parece necesario cambiar de orientación ni abandonar la gradualidad. El camino más prudente es acelerar el ritmo de la gestión, ser más ambicios en la profundidad y velocidad de los cambios, y ser mucho más cautos en el uso del endeudamiento externo especialmente cuando se trata de cubrir gastos corrientes.
FUENTE:   www.idesa.org - envido por mail

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