martes, 12 de septiembre de 2017

La solución a la mala praxis de los políticos argentinos.

La semana pasada desde esta misma columna te hablé de cómo un CEO de una empresa norteamericana ganaba 100 veces más que nosotros. Allí, intenté explicar que esto se justificaba por el inmenso valor que estas personas generaban para la sociedad. Mi punto de vista despertó cierta polémica entre nuestros lectores y quería aprovechar este espacio para compartir la opinión de Luis:

“Hola Matías.
Te quería felicitar por tu nota, pero creo que no en todos casos aplica lo que decís sobre la remuneración y su vinculación con el valor que uno genera. Al menos no en nuestro país. Sino: ¿me podés explicar qué valor genera para la sociedad una persona como el ex vicepresidente Amado Boudou para justificar una jubilación de $140.000? Muchas gracias por tu respuesta.
Luis”
El punto que marca Luis es muy cierto y representa una de las grandes distorsiones que tiene Argentina. La clase política cobra remuneraciones exorbitantes a pesar de que el valor que generan para la sociedad es bajísimo. Basta con mirar la infraestructura y la calidad de los servicios públicos.
Pero no sólo esto, el segundo problema es la gran cantidad de políticos que tenemos. Si tomamos como referencia a dos países europeos como Alemania y España podemos observar la abismal diferencia que hay entre ellos y nosotros.

De acuerdo a unos datos que circulan ampliamente en las redes, en Argentina tenemos un político cada 62 habitantes, mientras que en España encontramos uno cada 106 y en Alemania uno cada 547. Es claro que tenemos una “superpoblación” de políticos.
Una remuneración que premia el desempeño
Sí, entendemos entonces que no solo cobran demasiado, sino que también son muchos pero… ¿Cómo hacemos que empiecen a cobrar por el valor que generan?
En esto nos puede ayudar el modelo de remuneración del gigante tecnológico Apple.
Hace unos días la compañía de la manzanita divulgó que Tim Cook, su CEO, cobró USD 89,2 millones por su excelente trabajo al frente de la organización. Mucho dinero ¿no? Sí, pero para conseguirlo, Cook no la tuvo fácil.
Nada de remuneración fija independientemente de lo que pase. No, señor.
Para poder alzarse con semejante suma, Cook debía conseguir un buen desempeño para su empresa. ¿Y cómo medir su buen desempeño? A través de la creación de valor para el accionista.
Medir dicha creación es fácil en un mercado tan transparente como el norteamericano. Es que todos los días podemos comprobar dicho valor mirando el precio de las acciones.
El mecanismo de remuneración de Tim Cook comprendía el período desde el 25 agosto de 2014 al 24 de agosto de 2017. Durante dicho período se iba a observar el rendimiento de las acciones de Apple y se lo iba a comparar con el del índice S&P500 (que nuclea a las 500 empresas más grandes de los Estados Unidos).
Según el contrato firmado, Tim Cook cobraría la máxima gratificación (280.000 acciones) solo si la acción de Apple se encontrara entre el 33% de acciones que más subieran del índice S&P durante ese período. Si se encontrara entre el 33% y el 66% que más subió, entonces solo cobraría la mitad de acciones.
Tres factores clave
Si analizamos la remuneración concedida a Tim Cook, encontramos que existen 3 factores clave en dicho sistema:
En primer lugar, el período de tiempo no es un día, ni un mes. Ni siquiera un año, sino tres. Es que para conseguir resultados es importante que los períodos sean más prolongados, dado que así son sostenibles en el largo plazo y no sólo fruto de medidas que pueden inflar resultados en el corto.
En segundo lugar, es comparable con el desempeño de otros en el mismo momento. Si en el medio se hubiera presentado una crisis financiera que hiciera caer las acciones, pero hubieran caído menos que las de las otras compañías, también hubiera sido una buena gestión.
Por último, el premio se cobra en acciones, por lo que a futuro le conviene que a la empresa le siga yendo bien para continuar revalorizando su capital, aún si llegara a haber un cambio en quién dirige la compañía.
Un sistema “Apple” para políticos argentinos
Hasta aquí estamos de acuerdo con que es muy bueno el sistema de remuneración de la empresa líder en tecnología y diseño. Pero… ¿cómo podríamos aplicar algo así a nuestros políticos? ¿Existe una “acción de Argentina” como país?
Lamentablemente, no. Acá no tenemos un canal directo como tienen las empresas con sus acciones. Sin embargo, sí existe un instrumento financiero que se valoriza cuando crece la economía. Y ése es un instrumento que podría imitar a la forma en que Apple para mide la creación de valor para los accionistas. Sería como una forma de medir, en los funcionarios, su capacidad para “crear valor para los argentinos”.
Me estoy refiriendo al Cupón del PBI.
Alguno podría llegar a plantear que a pesar de que crezca el PBI, esto no mejora indicadores de distribución del ingreso y calidad de vida de todos los ciudadanos. Sin embargo, si revisamos los números de países que han tenido tasas de crecimiento sostenibles en el tiempo (como Australia, durante el siglo XX, o China e India en el siglo XXI), en todos ellos la pobreza se vio drásticamente reducida.
Sin entrar en mayores tecnicismos sobre el Cupón del PBI, se trata de un instrumento que sólo paga intereses cuando el país crece por encima de un porcentaje establecido de ante mano, que para los años de aquí en adelante es del 3%.
¿Cómo pagar a nuestros políticos?
Siguiendo entonces con este esquema de remuneración en base al valor generado, se podría establecer un mecanismo de remuneración para toda la clase política (poder ejecutivo, legislativo y judicial) que incluya cupones del PBI como principal fuente de ingreso.
Pensando en la modalidad completa, se les pagaría un sueldo base que se condiga con el salario mínimo vital y móvil (o dos de ellos) para que puedan vivir si la Argentina no crece, pero que recién reciban una buena remuneración cuando el país efectivamente avance más de 3%.
Así empezarían a alinearse los objetivos.
Esto es tal como nos sucede al resto de los argentinos que no trabajamos en el sector público. Cuando la economía crece podemos cobrar un sueldo mayor o tenemos más clientes, mientras que cuando la economía cae nos la vemos más difícil.
Quizás te preguntes cómo nos hubiera ido con este esquema de remuneración en los últimos años.
Bueno, la última vez que la Argentina creció lo suficiente como para que se pagara el Cupón del PBI fue en 2011, por lo que en los últimos años nos hubiésemos “ahorrado” un monto sustancial en remunerar el trabajo de los políticos.
En dicho caso, quizá el déficit fiscal hubiera sido menor. Y, de esta manera, menor la inflación y el ajuste lo hubiera pagado la clase política argentina por primera vez en la historia. ¿Y si lo implementamos a partir de ahora?
Saludos,
Matías Daghero
Para CONTRAECONOMÍA

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