jueves, 21 de diciembre de 2017

El verdadero problema de las jubilaciones en Argentina. Por Iván Carrino

El verdadero problema de las jubilaciones en Argentina es que son un gasto público.
Así de simple.
Si el ingreso de una persona que deja de trabajar dependiera del ahorro que generó durante toda su vida, entonces no habría ningún debate público acerca de la sostenibilidad de ningún sistema previsional.
Tampoco habría políticos demagogos hablando sobre el arrebato a los derechos.
Probablemente sí habría fascistas de izquierda exaltados y violentos por algún motivo. Pero, al menos éste, no sería uno de ellos.
Si la jubilación fuera totalmente privada, todo el tema sería una cuestión de cada individuo y, a lo sumo, debatiríamos si hay que ayudar desde el estado al que no pudo ahorrar por causas de fuerza mayor.
Del sistema de reparto…
Sin embargo, el sistema de reparto y propiedad estatal, que es el único que tenemos en Argentina, no funciona así.
Acá las jubilaciones de hoy se pagan con los impuestos que se les pueden cobrar a los trabajadores de hoy.
No hay ninguna correlación entre lo que una persona aportó al sistema y lo que ella recibe.
Lo que “aportó” fue, en realidad, un impuesto por trabajar. Lo que recibe es, en realidad, un pago estatal que depende de las necesidades de caja de quien paga.
Es decir, del estado.
Ahora el estado es el gobierno, y al gobierno lo manejan los políticos que quieren ganar las elecciones.
Así, prometen el Oro y el Moro, hasta que se acaba la plata y todo queda en la nada.
Eso fue lo que hicieron los gobiernos de Néstor y Cristina.
Abrieron generosas moratorias que incorporaron en el sistema previsional a nada menos que 3,2 millones de jubilados y pensionados, el doble de la cantidad que había en 2003.

En el mismo período en que se duplicaba la cantidad de haberes para pagar, quienes son capaces de producir la riqueza en el país para hacerlo (la población ocupada), creció solo 46%.
Estafar a la gente es prometer lo que no se puede cumplir.
… a la crisis previsional
Si vos tenés un carro tirado por un caballo, hay un límite a la cantidad de gente que se puede subir.
O sea, llega un punto en que:
• o bajás la carga,
• o aumentás los caballos,
• o te quedás parado en el medio del camino.
En ese caso, todos pierden.
Pero los políticos demagogos seguramente terminen echándole la culpa al que maneja el carro, o también al caballo, en lugar de a quien invitó a subir a los pasajeros prometiéndoles que iban a llegar sin problemas a destino.
Lo mismo le pasa al sistema previsional. A las moratorias se suma una fórmula de ajuste de los haberes que hace que cada vez se gaste más en previsión social en términos del PBI.
Hoy en día, Argentina es de los países que más gasta en la OCDE en previsión social. Arriba nuestro están Portugal, Grecia e Italia, los tres con crisis fiscales.

Nosotros estamos igual de mal. Con una inflación que está entre las 10 más altas del mundo, gracias a que el estado está quebrado y le pidió al Banco Central que emitiera a lo loco por una década y media.
El populismo un día se acaba y se acaba mal. Todas las promesas se esfuman, porque estaban basadas en sacarle plata al vecino, pero resulta que si se sigue por ese camino, el vecino se va del país y no tenés con qué pagar lo que prometiste.
Así es como está hoy el país.
Un estado en quiebra, porque gasta $ 600.000 millones más de lo que le ingresa. Y un sistema previsional igual de quebrado, porque gasta $ 364.000 millones más de lo que recauda por contribuciones patronales y aportes personales.
Mero cambio de fórmula
En medio de todo esto, el gobierno nacional intenta, al mismo tiempo que equilibrar las cuentas fiscales moderando el aumento del gasto público, evitar que los jubilados y pensionados de hoy pierdan poder de compra.
Así es que lo más importante que se discutió y se aprobó finalmente el martes en la cámara de Diputados fue el cambio de la fórmula de actualización de los haberes, lo que igualmente hará que los jubilados en el futuro tengan ingresos que superen a la inflación.
¿Es esta fórmula mejor que la que tenía el kirchnerismo? Depende para quién y en qué período de tiempo.
Si lo miramos a corto plazo, esta fórmula implica que los jubilados ingresarán menos de lo que habrían ingresado. Ahora desde el punto de vista de la sostenibilidad fiscal, la nueva fórmula ayuda a cumplir las metas.
A largo plazo la cuestión es distinta. La nueva fórmula da mayor previsibilidad a los ingresos y podría incluso ser mejor para los jubilados. Por otro lado, si sirve para mejorar la confianza en las metas fiscales del gobierno, podría evitar una crisis.
Esto es particularmente importante.
Recordemos que en el año 2002, cuando la crisis fiscal del menemismo-delarruismo terminó en la devaluación del duhaldismo, la jubilación mínima cayó un 29% en términos reales y el haber medio se redujo un 33%.
O sea, cuidado. Porque por evitar un cambio a corto plazo (que ni siquiera es un ajuste), podemos comprarnos el pasaje a una nueva crisis terminal.
La ley se aprobó, pero falta demasiado todavía como para resolver el problema fiscal y de competitividad del país.
¿Está la sociedad argentina lista para enfrentar el desafío? La violencia en la plaza, los cacerolazos y la opinión de algunos periodistas frente a estos cambios modestos, me hacen dudarlo seriamente.
Saludos,
Iván Carrino
Para CONTRAECONOMÍA

1 comentario:

  1. Excelente artículo! Los aportes jubilatorios son una estafa para el pobre que aporta toda su vida, que se termina jubilando casi de la misma forma que aquel que no puso en peso porque no pensó en su futuro o no pudo, pero no es problema del que sí cumplió con sus aportes. Tremendamente injusto e insostenible.

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