martes, 13 de febrero de 2018

Peronia y su desafío de seguir colocando deuda en tiempos de cisnes negros


La última semana ha sido la semana “más movida” en el mundo financiero desde fines de 2016. El puntapié del dominó de eventos tal vez haya sido la publicación del último dato de empleo no rural de Estados Unidos (non farm payroll o en su sigla “NFP”), que reveló un alza de alrededor de 200.000 nuevos puestos de trabajo creados durante enero.
El buen dato suma a la tasa de desempleo, que se mantiene en 4,1%, la cifra más baja de los últimos 17 años.
En la misma línea, se dio a conocer el dato del salario promedio por hora, que mostró un avance “punta a punta” del 2,9% en 2017, lo que significa el mayor avance salarial en suelo americano desde 2009.
Paradójicamente, estos datos alentadores para la “economía real” americana fueron motivo para insuflar caos y pánico en los mercados financieros.
¿Por qué?
Porque durante la última década hemos sido testigos de una borrachera monetaria, que ha provocado una inflación de activos financieros, incluyendo al S&P, y a los bonos del tesoro americano, que tuvieron tasas en mínimos históricos.
Ese proceso habría comenzado a revertirse de manera tímida desde hace algunos años, pero ahora con la designación de Powell y esta batería de excelentes datos de la economía real, todo parecería indicar que ya no quedarían demasiadas excusas para mantener las tasas en los niveles actuales.
Así, buena parte de los mercados cree que las excelentes cifras de empleo y salarios son fuertes señales de que la economía americana está recalentada o al menos recalentándose, lo que se traduciría en una aceleración de la inflación y, como consecuencia, la FED reaccionaría -de la mano de Powell- con una política de suba de tasas más agresiva.
Esto significará, en términos generales, menor liquidez, precios de bonos más deteriorados y una posible corrección significativa en el mercado de renta variable -o sea, acciones-.
Números del cimbronazo
El pasado lunes, cerca del cierre de la rueda en New York, tuvo lugar un retroceso histórico, que llevó al S&P a cerrar en -4,1%, acumulando una caída de más del 8% durante las últimas dos semanas, mientras que el rendimiento de los bonos del Tesoro de los Estados Unidos tocó el 2,88% durante estos días, nivel máximo en 10 años.
Por su parte, los mercados internacionales sufrieron los coletazos de este fenómeno con epicentro en USA. Por ejemplo, el índice Nikkei (Tokio) cedió 4,73% en tan solo una rueda, un hecho inédito desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, al tiempo que los mercados de Europa también sufrieron caídas significativas.
Esto se ha visto reflejado en el VIX, el índice de “pánico” de los mercados, que pasó de niveles de entre 10 y 15 a casi 30 de manera cuasi permanente, en el medio mostrando picos de casi 40, niveles inéditos desde agosto 2015, cuando se produjo la sorpresiva devaluación del yuan. Este pico repentino del VIX evidencia la necesidad de cobertura cuasi desesperada de los mercados por seguros a la baja, un mercado que venía tal vez de una situación de complacencia infundada.
En cuanto a emergentes, se calcula se han retirado unos USD 4.000 millones durante las últimas jornadas, récord desde 2016, cuando hubo un sell-off en torno a la incertidumbre del evento Trump.
Esto se ha visto reflejado en el ETF “iShares MSCI Emerging Markets ETF”, un índice armado en función de una canasta de acciones de diversos países de mercados emergentes, que acumula una caída de más del 7% desde el máximo mostrado el pasado 26 de enero.
Argentina: amortiguando golpes y colocando deuda en pesos
Si bien nuestro país ha amortiguado de manera “razonable” este embate proveniente del exterior, lo cierto es que no hay que desestimar las posibles consecuencias de este giro que el mundo parecería estar empezando a dar.
En este contexto de suba del riesgo país para prácticamente todo LATAM, no resulta para nada casual el gobierno haya realizado semejante colocación en pesos, como la que lideró Caputo durante el pasado 7 de febrero, donde se colocó en moneda local el equivalente a USD 4.500 millones.
Mediante esta colocación, además de hacerse con parte de los fondos requeridos para continuar con este festival de deuda, se envió una fuerte señal a los mercados, intentando mostrar una menor dependencia de los fondos extranjeros para la continuación de este híper gradualismo fiscal, en este nuevo contexto global de mayores tasas.
Esto no resulta para nada trivial, dado que el riesgo país local lleva un aumento del 12% en lo que va del año (subió de 351 a más de 390 puntos), al tiempo que otros países como Brasil han logrado comprimirlo en el mismo lapso.
Por otro lado, otro aspecto llamativo de la colocación fue la novedosa “cláusula gatillo”. Similar a lo que ocurre comúnmente en estas latitudes con las paritarias (por el contexto altamente errático en cuanto a la inflación), Caputo y su equipo aplicaron esta modalidad a las condiciones de emisión de este título.
En concreto: el título tiene incluida una cláusula gatillo que reconoce pagará lo que resulte más alto entre una tasa fija equivalente al 22,5% nominal anual o el equivalente a la inflación más un 3,75%. Algo hecho a medida de la demanda de los inversores locales.
Leyendo un poco entre líneas, hay que reconocer que no está nada mal.
En primer lugar, endeudarse en moneda local resulta más conveniente que hacerlo en moneda extranjera por la intuitiva razón de que resulta menos riesgoso por el hecho de evitar un potencial descalce cambiario (el tesoro recauda pesos, por lo que es más conveniente que se endeude en pesos).
En segundo lugar, una emisión fallida en este particular momento de los mercados internacionales pudo haber sido bochornosa. Esto es así porque hubiera sido un peligroso síntoma de vulnerabilidad financiera, en un contexto donde la credibilidad del plan hípergradual cambiemita está empezando a ser levemente cuestionada desde el exterior.
Además, también una emisión fallida sin cláusula gatillo y con tasa fija podría haberse interpretado como una señal de que efectivamente nadie le cree el target de inflación al equipo económico -porque, más allá del maquillaje, nadie pone dinero donde no cree-, dejando desnudo a Sturzenegger, con sus PPTs hechas a la medida del rapaz Marquitos Peña.
¿Qué hacer?
Con este acierto financiero, el equipo económico sale con algo de aire para enfrentar lo que viene, en un contexto algo más complicado, con un mundo enrarecido, que parecería lejos de haber terminado con este capítulo de incrementada volatilidad. De todos modos, el equipo económico sabe que cada vez será más desafiante mantener este plan a flote, tanto por la falta de resultados fiscales consolidados, como por este plano internacional incierto.
Yo, en lo personal, recomiendo mantenerse alejado de los bonos largos locales soberanos en dólares, y darle una chance a este nuevo bono recientemente emitido o al TC21, bonos nominados en CER que están pagando tasas interesantes, todo en un contexto invernal, donde -como a esta altura imaginarás- espero que los targets de inflación sean absolutamente testimoniales.
Hasta la semana próxima,
Juan Ignacio Fernández

Para CONTRAECONOMÍA

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